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Para Joaquín Moso Hernández debería haber sido la noche de su vida. Este aragonés nacido junto a La Pilarica hace 23 años está cedido por el Zaragoza al Nàstic y seguro que había soñado con una actuación heroica ante Raúl, Munitis, Helguera o Solari. Todos los porteros buscan su minutito de gloria y enfrentarse al actual campeón de Liga debía, cuando menos, haberle garantizado una noche de guantes calientes. Pues no hubo tu tía. El Madrid B (con las bajas de Zidane, Figo, Roberto Carlos y Salgado, y con Hierro y Morientes en el banquillo fue un equipo desnaturalizado) se mostró en Tarragona con una apatía impropia de quien aspira a levantar en el día de su 100 cumpleaños la Copa del Rey. Fue un pestiño insufrible.

Moso se merecía más respeto por parte del patético Madrid que vimos anoche cerca del fascinante parque temático de Port Aventura. Moso no pudo calentar sus manoplas en una sola ocasión. He intentado hacer un agudo ejercicio de memoria y no consigo encontrar un solo precedente que me saque de este desánimo. Sí, es cierto. Por primera vez en sus casi 100 años de Historia, el Madrid no fue capaz de disparar una sola vez sobre la portería rival. Desconozco si Moso está atravesando un buen o mal momento de forma. Inédito. Hasta el Poli Ejido le dio mucho más trabajo el pasado fin de semana. El Bernabéu decidirá.