CIENCIA
Descubren un microbio clave en la evolución de la vida
La bioquímica española Victoria Calatrava demuestra a través de la endosimbiosis la evolución de la Tierra, “sin ella nuestro planeta no se parecería en nada a cómo la vemos hoy”.
Según Victoria Calatrava, bioquímica del Instituto de Ciencia Carnegie, en Estados Unidos, la aparición de la célula moderna “fue una revolución para la evolución de la vida en la Tierra. Sin ella nuestro planeta no se parecería en nada a cómo la vemos hoy, ni estaríamos aquí para contarlo”, añade.
Y es que el objetivo de la bioquímica, de 32 años, es demostrar cómo sucedió exactamente esa unión. La española lidera en la prestigiosa institución un estudio que busca encontrar el origen de nuestras células estudiando para ello el microbio acuático Paulinella micropora. Este organismo es la unión de una ameba que devoró a una cianobacteria, un microbio capaz de hacer fotosíntesis.
El estudio de Calatrava en Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos
La investigación de Victoria Calatrava se ha publicado hoy en la revista PNAS, de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, donde explica cómo sucedió la unión de dos seres vivos tan diferentes, que podría explicar lo que sucedió hace 2.500 millones de años con la aparición de mitocondrias en la primera célula compleja.
Sucedió lo que se llama la retrotransposición, los genes de la bacteria fotosintética saltan fuera de ella y se incorporan al genoma de la ameba que la hospeda. Un proceso conocido como hizo que algunos genes se copiasen muchas veces y que su funcionamiento fuera más eficiente. Los científicos han demostrado que este proceso de adaptación permitió a la ameba potenciar los genes que permiten tolerar compuestos tóxicos asociados a la fotosíntesis, que de otro modo la hubieran matado durante la unión.
Un hecho que ha sucedido dos veces
Esta ‘endosimbiosis’ solo se ha producido dos veces en toda la historia de la evolución. Una hace 1.500 millones de años, que dio lugar a los cloroplastos que aportan energía a todas las plantas. La segunda es la de Paulinella, que pasó hace 120 millones de años, lo que la convierte en una fósil viviente.
“Ambos se benefician de la existencia del otro y son completamente dependientes. No creo que se trate de una relación cooperativa en la que ambos salen ganando la partida; más bien no les queda más remedio que mantenerse vivos el uno al otro para no extinguirse”, destaca.