Los décimos de la Lotería de Navidad están ilustrados desde hace más de 60 años con obras artísticas y literarias de carácter religioso, con el fin de resaltar el espíritu cristiano con el que se conciben estas fechas y, además, poner en valor las pinturas e ilustraciones que forman parte del patrimonio artístico mundial.

La Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado decidió hacerlo en 1960 y desde entonces se han incluido de manera ininterrumpida estas obras en los décimos anuales. Este año, la imagen que se ha elegido es la de la 'Virgen de la granada', también denominada 'Madonna de la granada'. Esta obra fue concebida en 1426 y su autor fue el pintor italiano renacentista Guido di Pietro, más conocido como Fra Angelico, también autor de 'La Anunciación', su pintura más famosa.

'La Virgen de la granada' fue parte de la colección privada de la Casa de Alba durante muchos años, pero en 2016 el Museo del Prado de Madrid la compró por 18 millones de euros. 10 de esos millones fueron financiados en cuatro años por parte del Estado, la Fundación Amigos del Museo del Prado aportó cuatro millones de euros y los cuatro millones restantes los aportó el Museo del Prado con sus propios fondos. Desde entonces, está expuesta en el museo.

Una iconografía muy reconocida

El nombre de la pintura proviene del fruto que sostiene la Virgen entre sus manos, que posee dos significados. Por un lado, al estar en manos de María, alude a la castidad. Sin embargo, al ser tocado por el Niño Jesús, prefigura su muerte y resurrección. La iconografía de esta pintura, realizada al temple sobre tabla en el Quattrocento, fue muy reconocida en Florencia durante el siglo XV y atrajo a autores de la talla de Leonardo Da Vinci o Sandro Botticelli.

Esta obra forma parte de una serie de Vírgenes con Niño pintadas por Fra Angelico durante la década de 1420. Estos cuadros demuestran cómo el pintor italiano dominó progresivamente la anatomía, el espacio y la luz. Su estado de conservación es prácticamente impecable según el museo, ya que las únicas pérdidas están en el nimbo del niño y son muy pequeñas.