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Halladas 'crías de dragón' en las profundidades de Europa

En la cueva de Postojna (Eslovenia) viven unos diminutos animales llamados olms, que pueden llegar a vivir un siglo y aguantan varios sin comer varios años.

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Hallados 'dragones bebés' en las profundidades de Europa
Jure Makovec AFP/Getty Images

La cueva de Postojna, a una hora en coche de la capital de Eslovenia, Liubliana, esconde en su interior unas pequeñas 'crías de dragón', también conocidas como proteos. En ella hay, incluso, un ferrocarril para poder ir de de un lado a otro de la misma. Pero el gran atractivo de ella son estos pequeños animales.

La cueva es conocida por los lugareños desde hace siglos, como así lo evidencian los grafitis fechados en 1213. La inauguración tuvo lugar en 1818, tras la visita de Francisco I de Austria, el último emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y desde entonces más de 35 millones de turistas han pasado por los lugares más recónditos de la cueva.

De sus cerca de 24 kilómetros de longitud de cámaras y túneles, los dos primeros se pueden recorrer en una línea de tren, que acaba desembocando en la sala Congress Hall, lugar en que actuó la Orquesta Sinfónica de Milán en 1930. Tras ello toca ir a pie, a través de un sendero que atraviesa seis estratos geológicos, un puente construido por los prisioneros de la Primera Guerra Mundial y acantilados y desfiladeros subterráneos.

La sorpresa al final del camino

La profundidad total del camino alcanza los 115 metros, con algunos recovecos de apenas un metro de ancho. Y allí, en lo más profundo de la cueva, viven una especie de salamandras ciegas, también conocidas como olms, y que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta, asegura CNN. De apenas 25 centímetros de largo, nunca llegar a desarrollarse más allá de su fase juvenil y acuática.

Los vecinos de Postojna los apodaron como 'crías de dragón' por una sencilla razón: durante una época de inundaciones fueron arrastradas fuera de la cueva, y como éstas son, de forma popular, la 'casa' de los dragones, podría tratarse de sus crías. "Es el más grande entre los animales que habitan en cuevas y el único vertebrado en Europa estrictamente ligado a hábitats de cuevas. Está completamente adaptado a la vida en la oscuridad . Se alimenta de crustáceos, gusanos, caracoles y otros invertebrados acuáticos. Tiene una vida útil de hasta cien años y puede pasar varios años sin comer", precisa la web de la propia cueva.

Hoy en día se pueden encontrar dentro de la cueva en un acuario habilitado para ellos. Son también conocidos como peces humanos debido a su aspecto, de piel blanca y rosada en lugar de escamas, y unas extremidades que cuentan con dedos de pequeño tamaño. Son, además, sensibles a las vibraciones y cuentan con un fuerte sentido del oído. "Los proteos del tanque de la cueva te oyen, se asustan y adoptan sus posiciones de seguridad", explica Primoz Gnezda, biólogo que lleva años estudiando a los proteos.

Puesta de huevos en 2016

Para el estudio de esta especie, la cueva cuenta en su interior con un laboratorio en el que mantienen hasta 10 olms, cuyo ADN es "como una novela, es 16 veces más largo que el humano y más complicado", destaca Gnezda. En dicho ADN hay espacios vacíos y los expertos no conocen, a día de hoy, la razón. Una de su grandes peculiaridades es su poder de regeneración. "Si pierden una extremidad, les vuelve a crecer. La idea de la investigación es averiguar el mecanismo que hay detrás".

El misterio tras los olms es tal que incluso es imposible saber por su ADN si se trata de un macho o de una hembra. "Ahora estamos tratando de distinguir entre los sexos analizando su sangre y comprobando las proporciones hormonales", asegura la investigadora. Las salamandras, uno de sus parientes cercanos, pierden las branquias y desarrollan pulmones, además de caminar por la tierra. Al contrario, los proteos se quedan en la edad juvenil y ahí se multiplican, en lo que es una llamativa rareza biológica.

A comienzos de 2016, los expertos comprobaron un extraño comportamiento de una hembra, que se había vuelto más territorial, acercando a todo el que se acercaba a ella. La razón es que estaba protegiendo un huevo. Entonces se decidió trasladar a un lugar aparte y durante las siguientes ocho semanas continuó poniendo huevos.

En total fueron 64 huevos, de los que apenas 21 consiguieron sobrevivir. "Muchas cosas pueden salir mal mientras el huevo se desarrolla y alrededor de dos tercios de las crías mueren solas", explica la experta. Cuatro meses después de la puesta del primer huevo salió la primera cría. Hoy en día, dos de aquellos pequeños están en el acuario.