Por lo general, se producen alrededor de 12 lunas llenas anualmente y cada una recibe un nombre distinto que antiguamente se usaba como guía, ya que servía para saber cuándo plantar determinados cultivos, salir a cazar o simplemente ubicarse en el calendario. El próximo 21 de septiembre, podremos disfrutar de la última luna llena del verano, bautizada como ‘Luna de Cosecha’ por algunas culturas indígenas del continente americano debido a que coincidía con la época de la cosecha de algunos cultivos.

Es la más próxima al equinoccio otoñal y siempre sale al atardecer, lo que permite a los agricultores tener más horas para recoger su cosecha con la luz natural, antes de que lleguen las heladas. “En promedio, la luna llena sale alrededor del atardecer y se levanta unos 50 minutos más tarde cada día. Pero cuando la luna llena ocurre cerca de un equinoccio de otoño, la luna de las noches siguientes se acerca a la hora de la puesta del sol”, explica la web Earth Sky. Así, el nombre vendría a significar que ha llegado la hora de recoger lo sembrado.

También es conocida como “Luna del Cazador”, “Luna de Vino”, “Luna del Alce” o “Luna Cantarina”. Además, tiene la apariencia de una luna más grande de lo habitual y con una tonalidad algo amarillenta. No obstante, la luna no cambia de color, sino que se trata de un efecto óptico como resultado de su posición cercana al horizonte.

¿Cuándo y cómo ver la última luna llena del verano?

La última luna llena del verano alcanzará su máximo apogeo a las 01:54 horas del próximo martes 21 de septiembre, según el portal Time and Date. En la mañana del día 22, la Luna se pondrá por el oeste para dar paso al primer día oficial del otoño, que empezará con el equinoccio a las 21:21 horas del miércoles, según cálculos del Observatorio Astronómico Nacional (Instituto Geográfico Nacional). Esta estación, que terminará el 21 de diciembre con la entrada del invierno, durará 89 días y 20 horas.

Por otra parte, la luna se podrá observar a simple vista desde cualquier espacio abierto. Aun así, para poder contemplarla con mayor profundidad, es recomendable alejarse de las ciudades donde la contaminación lumínica impide apreciar con detalle el cielo, así como de aquellas donde haya edificios que obstaculicen la visión. En este sentido, lo más apropiado es acudir a lugares espacioso y despejados, como el campo abierto.