El macrobrote de COVID-19 originado por estudiantes que fueron a Mallorca de viaje de fin de curso acumula más de 1.800 contagios y no deja indiferente a nadie. Numerosos expertos han alzado su voz, tanto para criticar la actitud de los jóvenes como para advertir del riesgo que puede suponer esta situación para la salud pública.

Una postura a la que se suman profesionales de la educación, como la jefa de estudios y coordinadora COVID de uno de los centros afectados por este brote, quien ha dedicado a los alumnos una dura carta, recogida por el Diario de Mallorca, en la que exime de culpa al instituto: “La responsabilidad es única y exclusivamente de las personas que se han contagiado”, haciendo referencia a alumnos y padres. “Os vais a Mallorca en busca del coronavirus después de que, durante meses, en el instituto, nos hayamos dejado la vida para que no os contagiéis y no contagiéis a vuestras familias”, recriminó a cuatro alumnos ya antes de partir.

Además de volcar la responsabilidad sobre los alumnos y sus padres, que permitieron el viaje, la docente también señala que la agencia de viajes “que ha promovido este atropello sanitario les dio las fechas del viaje cerradas coincidiendo con los exámenes de la evaluación extraordinaria” y se solicitó a la Jefatura de Estudios que enviara un documento que acreditara que algunos alumnos habían suspendido para devolverles el dinero.

Asimismo, lamenta que “se tuvo que tragar como un sapo de dos kilos de gordo” las palabras de frustración de una alumna que no se había podido ir al viaje. “Estoy aquí por culpa vuestra porque si no llega a ser por el de Lengua yo estaría en Mallorca con los demás”, manifestó la joven. “Si pasa algo en Mallorca tendrás que dar gracias al magnífico profesor de Lengua con quien tú sola has suspendido”, respondió la jefa de estudios.

Actitud infantil y egoísta

Por otra parte, la docente se muestra sorprendida por el hecho de haya que obligar a estos “futuros universitarios” a usar la mascarilla, en referencia al argumento de los jóvenes de que no les obligaban a llevarla puesta. “¿Hay que obligar a casi adultos a cumplir una norma mundial?, ¿a qué jugamos?, ¿vamos a dejarnos chantajear por un argumento tan infantil usado de forma torticera por personas que han jugado a ser adultos viajando a kilómetros de sus hogares para, no nos engañemos, cogerse una cogorza detrás de otra lejos de padre/madre?, ¿en qué quedamos?, ¿adultos o niños?” reflexiona para, posteriormente, subrayar la actitud egoísta de los jóvenes, pues estaban dispuestos a contagiar a otros:“Si no hubiera acabado el curso, ¿ahora estarían en el instituto poniendo en peligro a quienes se han desgastado protegiéndolos?”.

“A veces pienso que el ser humano está mejor confinado”, prosigue. Y, aunque reconoce que este pensamiento se le pasa un poco cuando se da cuenta de que “la mezquindad es minoritaria y me consuelo un poco”, mantiene su opinión de que “hemos vuelto a fracasar por culpa del individualismo, del egoísmo y de un egocentrismo mal gestionado”.

Dimisión como coordinadora

Por último, decide dimitir tras pasar un devastador curso: “Han sido los peores nueve meses de mi vida porque he tenido una responsabilidad que no me correspondía”. “Hasta aquí. Esta coordinadora COVID felicita a todos los coordinadores porque han sido fundamentales en la contención de la pandemia y se despide del cargo, agotada y derrotada. Que después de nueve meses no reconozcan el ‘Carpe Diem’ en Garcilaso tiene un pase... pero que se vayan al encuentro de la muerte, no”.