Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

CORONAVIRUS

El inesperado efecto de la vacuna

Algunas personas que padecían COVID persistente han mejorado después de recibir la segunda dosis, algo que los científicos están estudiando.

FILE PHOTO: A health worker gets a dose of the Pfizer-BioNTech coronavirus disease (COVID-19) vaccine at a COVID-19 vaccination center in Seoul, South Korea, March 10, 2021.  REUTERS/Kim Hong-Ji/File Photo/File Photo
KIM HONG-JIREUTERS

Cansancio, falta de aire, malestar general, dolores de cabeza, bajo estado de ánimo, dolores musculares, febrícula, déficit de atención, diarrea, palpitaciones o mareos son algunos de los síntomas que padecen las personas con COVID persistente. Se trata de un grupo de pacientes que, meses después de haber superado la COVID-19, ya sea de forma leve o grave, continúan sintiendo molestos síntomas que afectan a su vida laboral y personal.

Este problema, conocido también como ‘Long COVID’ o síndrome poscovid, suele afectar al 10% o 15% de las personas que han pasado el coronavirus, especialmente a mujeres de entre 30 y 50 años, que sufren síntomas de más de 185 días, según una encuesta publicada en noviembre de 2020 por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) en más de 2.000 personas. Sin embargo, otra encuesta más reciente ha arrojado algo de esperanza para quienes padecen esta larga agonía, ya que las vacunas podrían ayudar a remitir los síntomas.

El doctor William Li aseguró en CNN que alrededor del 40% de los pacientes vacunados se habían mejorado del COVID persistente en Estados Unidos. También en España ha comenzado a notarse este inesperado, pero muy positivo, efecto de la vacuna. “Hemos constatado la existencia de bastantes casos” en nuestro país, asegura en Teknautas Lorenzo Armenteros, portavoz de la SEMG. “Algunos llevaban meses de baja laboral y, tras la vacuna, especialmente después de la segunda dosis, han recuperado su vida normal”.

Una de las personas que pudo recuperar su vida fue Victoria Moreno, según recogió El País hace un mes. Esta auxiliar de enfermería superó dos veces la COVID-19 y estuvo meses padeciendo el síndrome poscovid, hasta que comenzó a mejorar después de vacunarse el 26 de enero. A partir de ese momento, ya no se quedaba afónica y la niebla mental había remitido. El 2 de marzo, tras recibir la segunda dosis, pudo volver a su puesto de trabajo, ya que llevaba de baja desde septiembre. “Aún tengo pensamientos extraños, feos, pero la mayoría de las sensaciones están remitiendo”, contaba.

Beneficia solo a algunos pacientes

Todavía “hay más preguntas que respuestas” sobre el efecto que tiene la vacuna en personas con COVID persistente, reconoce Juan Carlos Gómez Esteban, neurólogo del Instituto de Investigación Sanitaria Biocruces Bizkaia. A nivel internacional, “hay estudios individuales que indican que algunos pacientes mejoran tras la vacunación”. Sin embargo, los pacientes que sufren fatiga física y mental no parecen verse beneficiados, sino que “hay casos que empeoran”. Aun así, basándose en una publicación preliminar de la Universidad de Bristol, Gómez concluye que “vacunarse es seguro para los pacientes de covid persistente y hay más probabilidades de mejorar que de empeorar”.

Los expertos creen que el motivo por el que solo afecta a algunos pacientes es porque la reacción depende del perfil de cada persona. Asimismo, Armenteros señala tres hipótesis fisiopatológicas que podrían explicar el COVID persistente y las diferentes reacciones a la vacuna:

- “Acantonamiento viral”, es decir, que el virus permanece escondido en ciertas partes del organismo como el tronco del encéfalo y el intestino, lo que “daría síntomas, pero impediría la actuación de las defensas del organismo”. Es el caso más favorable para que la vacuna acabe con los síntomas del COVID persistente “porque lo que hace es desenmascarar al virus y reforzar la inmunidad natural”.

- Existencia de autoanticuerpos. Estos aparecerían porque el virus transforma las células de nuestro cuerpo, de manera que el sistema inmune las identifica como extrañas y nos atacamos a nosotros mismos. En esta segunda hipótesis también podría resultar beneficiosa la vacuna. “Si el virus actúa sobre una célula y la enmascara para que el sistema inmunitario no la identifique, al introducir la vacuna reforzamos las defensas para que identifiquen y ataquen tanto al virus como a todo aquello que ha provocado”, apunta el experto de la SEMG.

- Alteración del sistema inmunitario, también provocada por la infección. En este caso, la vacuna podría no tener efecto porque “si la inmunidad está alterada, está alterada para todo”.

Después de ver que para algunos pacientes puede ser beneficiosa la vacuna, mientras que en otros podría no tener efecto, ¿es probable también sea perjudicial para determinadas personas? Armenteros considera que no, y que más bien una confusión con los efectos secundarios: “La administración de la vacuna provoca síntomas, como cansancio y malestar, así que es difícil distinguir”.