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La bacteria Sarcina: responsable de la muerte de chimpancés en África Occidental

Varios primates de Tacugama, en Sierra Leona, han muerto a causa de una patología que les hace padecer síntomas neurológicos y malestar gastrointestinal.

La bacteria Sarcina: responsable de la muerte de chimpancés en África Occidental
REUTERS

Una misteriosa enfermedad amenaza desde 2005 a los más de 90 chimpancés occidentales que viven en el santuario de Tacugama, en Sierra Leona. De los 60 primates que la han contraído, 59 han perdido la vida, mientras que uno se encuentra en tratamiento, según recoge La Vanguardia. El suceso era extraño, no afectaba a los humanos ni se registraba en otros santuarios, pero mataba a los chimpancés en Tacugama con un patrón claro y preocupante.

“Siempre en la misma estación y con los mismos síntomas”, afirma en Andrea Pizarro, responsable de conservación del santuario en declaraciones a The New York Times. Los chimpancés mostraban síntomas neurológicos, como falta de coordinación, dificultad para caminar y convulsiones. Asimismo, se padecían malestar gastrointestinal, como abdomen distendido y vómitos.

Durante años, veterinarios y virólogos se esforzaron por resolver la incógnita centrándose en los virus o las plantas tóxicas, pero no encontraron respuesta. En 2016, la Alianza Panafricana de Santuarios pidió ayuda al veterinario y epidemiólogo Tony Goldberg para intentar descubrir que pasaba. Este, alarmado por la gravedad de la situación, aceptó: “No era una enfermedad leve: los chimpancés se tambaleaban y tropezaban, vomitaban y tenían diarrea. A veces se iban a la cama sanos y morían por la mañana”.

Bacteria Sarcina

Tras cinco años de investigación, Golberg y un equipo formado por científicos de Wisconsin y África han encontrado a la posible responsable de la enfermedad: una especie recién descubierta de Sarcina, parecida a la Sarcina ventriculi, un tipo de bacteria que se encuentra comúnmente en el medio ambiente y que suele asociarse con enfermedades gastrointestinales en humanos. Los resultados, publicados en Nature Communications, “sugieren que es probable que exista un complejo no reconocido hasta ahora de sarcines relacionados, algunos de los cuales pueden ser muy virulentos”, aunque no han sido reconocidas todavía.

El descubrimiento se llevó a cabo en 2018, cuando la estudiante de posgrado de Goldberg, Leah Owens, observó una bacteria de aspecto extraño en el tejido cerebral de uno de los chimpancés fallecidos: “A altas horas de la noche, estaba mirando a través del microscopio y vi esta estructura cúbica de aspecto realmente extraño”. Owens observó que la bacteria se parecía a la Sarcina en forma de trébol.

Los expertos afirman esta bacteria, aunque coincidía con la Sarcina ventriculi, era diferente a esta “y otros miembros conocidos de su género, según la morfología bacteriana y las características de crecimiento. La secuenciación del genoma completo confirma esta distinción y revela la presencia de características genéticas que pueden explicar la virulencia inusual de la bacteria”. Por ello, proponen clasificarla como una nueva especie, llamada Sarcina troglodytae, en honor a la especie de chimpancé que infecta: Pan troglodytes.

Dificultades del estudio

Llevar a cabo el estudio fue una odisea, empezando por la obtención de las materias primas para la investigación. En este sentido, Goldberg afirmó que Ismail Hirji, un veterinario canadiense con práctica privada que fue el veterinario clínico del santuario en 2016, fue el responsable de que finalmente pudiera obtenerlas: “Simplemente movió montañas para sacar estas muestras de Sierra Leona”.

Los permisos para transportar muestras de tejido enfermo tomadas de una especie en peligro de extinción tardaron cerca de un año en conseguirse. Una vez logrados, no apareció la escolta policial necesaria, por lo que Hirji y otros compañeros tuvieron que viajar una hora en coche y en una pequeña embarcación para llegar al aeropuerto, ya que los transbordadores que llevaban allí habían cerrado. “En el barco llevábamos esencialmente 30 kilos de muestras sobre nuestras cabezas”, cuenta Hirji. A pesear de todas estas dificultades, a la que se sumó la falta de cámaras frigoríficas, el grupo finalmente consiguió subir las muestras al avión que las transportó hasta el laboratorio de Goldberg en Wisconsin. Una vez allí, se llevó a cabo todo el estudio preciso para realizar el importante hallazgo.

Siguiente paso

El descubrimiento de Goldberg y su equipo, “entra en la categoría de cosas que debemos vigilar”, avisa el también director del Proyecto de Ecosalud de Kibale. No obstante, asegura que no debe preocuparnos porque no es probable que desencadene una pandemia entre humanos y chimpancés. Su mayor temor ahora mismo es que se propague a los primates de otros santuarios o en la naturaleza.

Por eso, el equipo de científicos pide subvenciones para tratar de identificar el origen de la bacteria analizando muestras de agua, aire, alimentos y vegetación, ya que la mayoría de los casos se detectan en marzo, durante la estación seca y calurosa, cuando los animales reciben más comida. La parte más positiva es que están utilizando la nueva información para tratar a un chimpancé enfermo con antiácidos, anticonvulsivos y antibióticos, similar al tratamiento en humanos, con la esperanza de salvarle la vida.