Una alternativa a la vacuna: un antiparasitario para reducir la transmisión de la COVID
Un estudio del ISGlobal y la Clínica Universidad de Navarra apunta a una importante reducción de la carga viral de aquellos que recibieron ivermectina.
Durante los primeros meses de la pandemia, el desconocimiento de la enfermedad llevó a emplear diferentes tratamientos con el fin de aliviar los cuadros más graves de la enfermedad del coronavirus. En ese tiempo, algunos fármacos como la ivermectina, la hidroxicloroquina o la dexametasona fueron los empleados para tratar la COVID.
Sin embargo, se trata de un fármaco antiparasitario que desde 1970 se emplea contra algunas enfermedades como la sarna. Su eficacia es parcial contra cerca de 300 virus (entre ellos el dengue, el zika o el virus del Nilo Occidental, por lo que se planteó la posibilidad de que fuera ser eficaz para frenar la expansión de pandemia. Entonces, el doctor Carlos Chaccour, investigador de Instituto de Salud Global de Barcelona y médico de la Clínica Universidad de Navarra, se puso a indagar en la cuestión.
El papel de la ivermectina en la transmisión
Antes de obtener resultados, un experimento australiano demostraba, in vitro, que había conseguido reducir la replicación del patógeno en líneas celulares. A partir de ahí hubo dos corrientes de pensamiento: quienes alertaban de que los australianos emplearon concentraciones más altas a las recomendadas para el uso en humanos y los que se mostraron a favor. "Unos mataron el tratamiento antes de tiempo, otros lo administraron sin filtro y nosotros optamos por el camino del medio: estudiarlo", destaca el doctor Chaccour.
Así es como puso en marcha el proyecto SAINT, un estudio piloto que se acaba de publicar en la revista EClinicalMedicine, del grupo de la prestigiosa The Lancet. Las conclusiones del estudio indican que una administración temprana de ivermectina puede reducir la carga viral y la duración de los síntomas en los pacientes con un cuadro moderado de la enfermedad.
A pesar de que ya hay dos vacunas aprobadas para su uso en la Unión Europea (Pfizer y Moderna), también resulta necesario el desarrollo de fármacos que ayuden a reducir los riesgos en aquellos pacientes ya contagiados. Ello, debido al largo tiempo que se tardará en vacunar a una gran parte de la población que consigue frenar la propagación.
Así fue el estudio
En este estudio llevado a cabo por el ISGlobal participaron 24 pacientes y tuvo su origen en marzo, aunque hasta finales de mayo no obtuvo el permiso. "Entonces, en la Clínica Universidad de Navarra ya no había pacientes. Y no tuvimos los enfermos para reclutar hasta septiembre", explican. Entre ellos, pacientes de entre 18 y 56 años (con una edad media de 26), sin patologías previas, con infección moderada en las 72 primeras horas tras la aparición de síntomas.
En el momento en que se comenzó a elegir a los pacientes, se les tomaron frotis nasofaríngeos y muestras de sangre, así como pasados cuatro, siete, 21 y 28 días del inicio del tratamiento. La mitad recibió ivermectina y la otra mitad, placebo. A los cuatro días, la carga viran en los que habían recibido el fármaco era cuatro veces menor; pasada una semana, hasta dieciocho veces menor.
Además de presentar menos carga viral, también fue destacable la aparición de menos síntomas: menos problemas olfativos y una menor duración de la tos. Asimismo, todos los pacientes desarrollaron anticuerpos frente al virus, que fue menor en el caso de aquellos que recibieron ivermectina. "Podría indicar que los pacientes tratados desarrollaron menos carga viral", considera Chaccour.