Coronavirus

"No sé si esto es una segunda ola o un tsunami, pero ahora mismo parece que no tiene fin"

Dos enfermeras de la UCI en un hospital gallego afirman sentirse sobrepasadas, pero también que consiguen sobreponerse para "cuidar a nuestros pacientes".

"No sé si esto es una segunda ola o un tsunami, pero ahora mismo parece que no tiene fin"
David Zorrakino - Europa Press Europa Press

La COVID-19 sigue su paso por A Coruña dejando centenares de casos diarios. Según los datos notificados este sábado, en las últimas 24 horas esta área de salud ha registrado 141 nuevos contagios y 86 altas, haciendo que aumenten los casos activos en 55 personas, pasando de los 1.831 de ayer a los 1.886 de hoy. En paralelo, también crecen las hospitalizaciones, que ascienden de 145 a 147: 20 en la UCI del Complejo Hospitalario Universitario A Coruña (CHUAC), 107 en planta de este Hospital, 4 en planta del Modelo y 1 en la UCI, 2 en planta y 1 en la UCI del Quirónsalud, y 12 en el Hospital de Cee.

Sagrario Justo y Paula Soto, dos enfermeras en la UCI del CHUAC, cuentan en La Voz de Galicia cómo están viviendo una pesadilla que creían finalizada en junio. “No sé si esto es una segunda ola o un tsunami, pero ahora mismo parece que no tiene fin”, lamenta Sagrario. Sin embargo, la sanitaria se muestra convencida de que saldrán adelante, como hicieron en la primera ola: “Nos sobrepasa la situación. Sientes el agotamiento. Pero nos sobreponemos porque lo nuestro es cuidar a nuestros pacientes”.

Paula, por su parte, destaca la enorme inquietud que sienten todos sus compañeros, ya no por ellos, sino también por sus seres queridos: “No dejamos de ser personas, tenemos familias, padres mayores, hijos. Es una preocupación constante”. Sin embargo, es una carga con la que tratan individualmente para no expandir el miedo. “En casa prefieres no exteriorizar nada para no preocupar a tu familia. Son cargas añadidas a las que te enfrentas. Es duro”, añade Sagrario.

Se ha perdido el contacto humano, pero no la cercanía

Si bien Paula confirma que la afluencia de gente ha subido, también reconoce que “en esta urgencia siempre la hubo. Lo que pasa ahora es que, a mayores, están los pacientes COVID-19, que son muchísimos”. El principal problema que envuelve a estos pacientes es tener que mantener la distancia de seguridad con ellos, lo que impide tocarlos, pero la actitud también cuenta: “Quizás ya no nota tu mano, pero sí tu cercanía. A través de todo el traje, lo que ve son tus ojos, lo que eres capaz de transmitir”. Sagrario también destaca que pueden seguir ayudando a las personas graves solo con las palabras: “Todo lo que le dices le tranquiliza, porque cuando ingresa a la urgencia, siente que va a morir”.

En algunas ocasiones, “la presión y la carga de trabajo no facilita ser tan profesional como te gustaría”, lamenta Sagrario, aunque también manifiesta haber sacado algo positivo de este delicado momento: “He visto que puedo dar algo que no sabía que tenía dentro. He reforzado mi vocación”. Y con estos aspectos positivos es con lo que hay que quedarse. Por eso, afirma que cuando se marcha a casa solo piensa “en todo lo que queda por hacer, en tus compañeros y en la cantidad de personas que siguen ahí”.

Piden responsabilidad social

“Hoy en día ¿quién puede decir con seguridad que no es positivo? Todos podemos serlo y por eso no podemos bajar la guardia en ningún momento”, afirma Paula. Muchas personas pueden estar contagiadas sin síntomas e ir transmitiendo el virus sin percatarse de ello. Por eso es importante respetar siempre las normas básicas de seguridad: mascarilla, distancia e higiene de manos. La enfermera critica que algunos no las sigan porque contribuyen a alimentar esta segunda ola: “En el hospital puedo pedirle a alguien que se coloque bien la mascarilla, en la calle no tengo esa autoridad. Voy caminando y veo que no lo estamos haciendo bien. Y las cosas podrían ir mejor si cumpliéramos las normas”.