En agosto, Irlanda ideó un sistema de alertas para saber a qué grado atenerse debido a la incidencia de la COVID-19. Este código, de cuatro niveles, no llegó a estar vigente nunca, pero el mes pasado se aprobó uno de cinco zonas que ha llevado a Irlanda a ser el primer país de Europa que vuelve a confinar a todos sus habitantes al llegar a la línea roja.

Stephen Donnelly, ministro irlandés de Salud, anunció que este código debía tener validez de nueve meses para que cualquier persona pudiera identificar las fases. Se basaba en las alertas meteorológicas que se utilizan de forma habitual en dicho territorio y lo hacía más comprensible para sus ciudadanos.

El nivel 1 corresponde a una situación de pandemia activa, con el virus circulando, pero con cifras controlables. La tasa de reproducción del patógeno estaría en claro descenso hacia el cero y es junto a la tasa de incidencia por 100.000 habitantes el otro indicador utilizado por el Gobierno irlandés.

Seis semanas de aislamiento

Ahora, el confinamiento se prolongará durante las próximas seis semanas, aunque las escuelas y las guarderías seguirán abiertas. Sin embargo, el resto de la vida social se verá muy afectada. Estarán prohibidas las reuniones sociales salvo bodas y funerales, cuya asistencia máxima será de 25 personas.

El resto de medidas son similares a las del confinamiento de marzo y abril. Se prohibirán los desplazamientos y el ejercicio estará limitado a una distancia máxima de 5 kilómetros del domicilio. Tan sólo podrán salir de casa y moverse los trabajadores denominados como esenciales. Las personas que violen estas restricciones podrán recibir multas de hasta 1.000 euros.

Pensando en Navidad

Micheál Martin, primer ministro irlandés, emplazó a su cumplimiento a la población, durante el anuncio el lunes del nuevo confinamiento, ante la esperanza de tener unas Navidades con mayor libertad: "Si trabajamos juntos durante las próximas seis semanas, tendremos la oportunidad de celebrar la Navidad adecuadamente".