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Los misteriosos cráteres que han aparecido en Siberia

Este tipo de cráter se llama hidrolacolito o bulgunnyakh y se forma a raíz de una explosión de metano acumulado en el permafrost descongelado.

Un equipo de televisión ruso, que sobrevolaba la península de Yamal, observó a finales de agosto un agujero enorme en la tierra. Cuando el equipo de Vesti Yamal TV notificó su existencia, un grupo de científicos realizó una expedición para examinar este gran cráter cilíndrico y determinó que tenía una profundidad de hasta 50 metros. El científico Evgeny Chuvilin, investigador líder del Instituto de Ciencia y Tecnología de Skolkovo, reveló a The Siberian Times que se trata de un agujero “sorprendente por su tamaño y grandeza. Estas son las fuerzas colosales de la naturaleza que crean tales objetos”.

Si bien los científicos creen que el agujero está relacionado con una acumulación explosiva de gas metano, que podría estar causado por el calentamiento de las temperaturas en la región, todavía hay muchas cosas que desconocen. “En este momento, no existe una única teoría aceptada sobre cómo se forman estos complejos fenómenos”, reconoció Chuvilin en CNN después de visitar el sitio del cráter para estudiar sus características. “Es posible que se hayan estado formando durante años, pero es difícil estimar el número. Dado que los cráteres suelen aparecer en áreas deshabitadas y, en gran parte, vírgenes del Ártico, a menudo no hay nadie que los vea ni los informe”, añadió.

Deshielo del permafrost

Este tipo de cráteres se llaman hidrolacolitos o bulgunnyakhs y están causados por la acumulación de gas metano en bolsas de permafrost descongelado debajo de la superficie. El último descubierto se trata de uno de los agujeros más impresionantes que han aparecido en los últimos años a medida que el permafrost se derrite, supuestamente por culpa del calentamiento global.

Chuvilin es de los pocos científicos que han estado dentro de uno de estos cráteres para investigar cómo se formó y de dónde proviene el gas que los causa. Él y su equipo tomaron muestras de suelo y hielo de permafrost del borde de un agujero, conocido como el cráter Erkuta, durante un viaje de campo en 2017. “El problema principal con estos cráteres es cuán increíblemente rápidos, geológicamente, se forman y cuán breves son antes de convertirse en lagos”, dijo Chuvilin, pues tardan apenas dos años.

El estudio, que se publicó en junio, mostró que los gases, principalmente metano, pueden acumularse en las capas superiores del permafrost de múltiples fuentes, tanto de las capas profundas de la Tierra como más cercanas a la superficie. La acumulación de estos gases puede crear una presión lo suficientemente fuerte como para atravesar las capas superiores de suelo congelado, esparciendo tierra y rocas y creando el cráter. No obstante, quedan muchos misterios por resolver sobre este tema: “Queremos enfatizar que los estudios de este problema de cráteres se encuentran en una etapa muy temprana, y cada nuevo cráter conduce a nuevas investigaciones y descubrimientos”, confesó Chuvilin antes de anunciar que su equipo publicará información más detallada en breve.

El calor, una de las causas

Un equipo de investigadores que analizó cinco cráteres de emisión de gas utilizando datos de teledetección y estudios de campo descubrió que todos ellos compartían algunas características, especialmente un montículo de 2 a 6 metros de altura que se formó antes de la explosión. Además, todos se situaban en pendientes suaves y su parte inferior era cilíndrica antes de abrirse en un embudo con un diámetro de apertura de entre 20 y 25 metros de ancho. Todas las explosiones expulsaron hielo del suelo, dejando agujeros enormes donde caían los bloques congelados.

En la última década, la región ha vivido veranos muy calurosos, especialmente en 2012, 2016 y 2020, cuando el pueblo de Verkhoyansk llegó a alcanzar los 38ºC en junio, una de las temperaturas más altas jamás registradas. Marina Leibman, experta rusa en permafrost del Instituto de Criosfera de la Tierra de la Academia de Ciencias de Rusia y una de las investigadoras de este grupo, considera que este excesivo calor puede haber sido decisivo en el desarrollo y la explosión de estos montículos, que tardan de tres a cinco años en explotar desde que se forman. “La liberación de metano del permafrost probablemente sea causada por el aumento de la temperatura del aire y del suelo durante las últimas décadas. La formación de todos los GEC (cráteres de emisión de gas) fue precedida por veranos anormalmente cálidos”, concretó.

En esta línea, explicó que el metano se acumula en una capa de suelo no congelado, llamada criopeg, que nunca se congela debido a que contiene sal debajo de una mesa de hilo molida, lo que actúa como una trampa. Después, el gas se escapa, deformando el hielo y la tierra, para formar un montículo. Y cuando llegan las altas temperaturas durante un verano cálido, los montículos explotan y crean estos espectaculares cráteres.

¿Es consecuencia del cambio climático?

Muchos científicos coinciden en que las altas temperaturas o el cambio climáticos son los causantes de que surjan estos espectaculares cráteres. “Es difícil excluir los extremos de temperatura del aire porque el primer conjunto de cráteres apareció después del (verano) extremo de 2012, el otro después del extremo de 2016 y el más nuevo después del extremo de 2020. Nada intermedio”, afirma Leibman.

“Ha habido una serie de veranos anormalmente cálidos en el Ártico. Uno puede imaginar que eso debilita la capa de permafrost. Piensa en ello como un límite, si estás descongelando este límite, estás aflojando un poco el límite, promoviendo la capacidad del suelo a explotar”, opina, por su parte Susan Natali, directora del programa del Ártico en el Centro de Investigación Climática de Woodwell. Si bien se necesitan más datos para confirmar esta hipótesis, se muestra bastante convencida con su postura: “Hay muy pocos de estos agujeros, por lo que podría ser difícil decirlo con certeza, pero estoy bastante segura de que el cambio climático está jugando un papel en esto”.

Sin embargo, Vasily Bogoyavlensky, profesor del Instituto de Investigación de Petróleo y Gas de la Academia de Ciencias de Rusia, no comparte del todo las teorías de sus compañeras. Ha hablado con numerosos pueblos y comunidades de pastores que le han contado cómo las generaciones anteriores han compartido historias de explosiones que crearon cráteres en la tundra. Asegura que el “insumo principal” es el gas que intenta moverse a la superficie desde capas profundas de la Tierra.