Nueva Zelanda es uno de los países menos afectados por la COVID-19 ya que, a día 31 de agosto, registra un total de 1.729 contagios, de los que 131 siguen activos, y 22 fallecimientos. La mayoría de sus casos tuvieron origen en Auckland, que acaba de salir de su segundo confinamiento impuesto el pasado 12 de agosto.

Para prevenir nuevos contagios, la primera ministra, Jacinda Ardern, ha establecido que la mascarilla sea obligatoria a partir de la semana que viene, por lo que, para concienciar a los ciudadanos de esta medida, ha decidido crear sus propias mascarillas caseras y animar así a los demás a que hagan lo mismo en sus casas.

El Gobierno de Nueva Zelanda ha sido elogiado mundialmente por su rápida respuesta a la pandemia, ya que confinó al país en marzo cuando tenía alrededor 50 infecciones de la COVID-19, además de cerrar sus fronteras.

Este método ha demostrado tener resultados ya que los contagios totales desde que comenzó la crisis sanitaria son incluso inferiores a los que registra España en un solo día (3.829 en el día de ayer), al igual que las muertes, una cifra inferior a los datos de fallecidos en España en los últimos siete días (129).