Así son las 'burbujas sociales' que Sanidad recomienda en España para luchar contra el coronavirus
Se trata de una estrategia que ya se ha implantado en algunos otros paísen en el mundo, como Nueva Zelanda y Bélgica. También tiene sus inconvenientes.
El aumento de casos confirmados por coronavirus en España en las últimas semanas han vuelto a poner en alerta a las autoridades sanitarias. Los rebrotes siguen creciendo y ya en algunos territorios ya se habla de 'segunda ola', tras pasar solo dos meses desde que se acabara el estado de alarman.
Por eso, se están tomando algunas estrictas medidas para evitar la propagación del virus. E incluso, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha comparecido este viernes para anunciarlas y que serán aplicables a todo el territorio español.
No obstante, se siguen estudiando maneras eficaces que eviten el contagio masivo. Entre esas opciones está la de aplicar las llamadas 'burbujas sociales' Algunos países, como Bélgica o Nueva Zelanda, ya han implantado esta medida en su territorio.
¿Qué son las 'burbujas sociales'?
Las 'burbuja social' consiste en que cada persona solo puede tener contacto estrecho con un número determinado de personas que vivan fuera del domicilio. En Bélgica, por ejemplo, las normas establecen que son, como máximo, de cinco personas deben convivir juntas y la elección debe ser reciproca, es decir, cada miembro debe elegir a las mismas personas. En el caso de que la familia o el grupo de personas supere el límite de personas, tendrán que ponerse de acuerdo entre ellas para que se conforme la 'burbuja social'.
Con este formato, pueden relacionarse con estas personas tanto dentro como fuera del domicilio, sin necesidad de respetar un confinamiento. Eso si, en el formato belga, los menores de 12 años no cuentan y se pueden cambiar de grupo cada cuatro semanas.
Dudas entre algunos expertos
El objetivo es reducir el máximo las relaciones interpersonales entre personas de diferentes grupos. No obstante, algunos expertos apuntan que tiene varios inconvenientes, como que adolescentes y familias tengan que decidir sus contactos. Además, se preguntan: ¿cómo se podría controlar?