La COVID-19, la enfermedad que causa el coronavirus, ya es la más letal de los últimos años en España. Solo hace falta echar un vistazo a las cifras de defunciones del Instituto Nacional de Estadística en el periodo comprendido entre 2014 y 2018 para comprobarlo.

En cada uno de esos años, el cáncer de pulmón y el de bronquios mataron de media a 21.845 personas; las insuficiencias cardíacas, a 18.472; la demencia no especificada, a 17.583; el infarto agudo de miocardio, a 15.242; la enfermedad isquémica del corazón, a 15.024 y el Alzheimer, a 14.905 por citar algunos ejemplos. La COVID-19, cuando nos acercamos a los dos meses desde la declaración del estado de alarma, ya se ha cobrado 26.744 vidas.

Si se toman como referencia los grandes grupos de causa de muerte, las enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio matan a 120.938 personas al año; los tumores, a 112.116; los problemas del sistema respiratorio, a 49.561 y, en cuarto lugar, aparece el coronavirus, que puede ser letal a través de una neumonía severa o agudizando hasta ese extremo otros problemas preexistentes. Por debajo estarían el sistema nervioso, los trastornos mentales o las enfermedades del sistema digestivo.

Las cifras de mortalidad anual, disparadas

En un año sin coronavirus, en las fechas en las que la enfermedad ha causado estragos en España podían fallecer de media unas 58.000 personas según el Instituto de Salud Carlos III, que lleva el control de estos registros. Este año la cifra asciende a 89.246, un 53,6% más. De ese aumento de más de 31.000 muertes, más de 26.000 pueden atribuirse directamente a la COVID-19 y el resto podrían ser una consecuencia indirecta toda vez que la saturación de los hospitales ha impedido el correcto tratamiento de otras enfermedades, agudizándolas en ocasiones hasta ese fatal desenlace.