FÚTBOL AMERICANO

El drama de los ex jugadores de la NFL más allá de los golpes y las lesiones

Además de los estragos que causa la encefalopatía traumática crónica o las secuelas físicas propias de un deporte de contacto, la salud de los jugadores se ve afectada por un enemigo más silencioso.

JONATHAN BACHMAN

Pocos deportes son tan ingratos como el fútbol americano a nivel físico. Su dureza no solo se manifiesta por la exigencia física a la que se ven sometidos los jugadores durante la competición. También por las graves consecuencias para la salud que un deporte eminentemente de contacto provoca en los deportistas y que en muchas ocasiones deja secuelas que pueden provocar la muerte.

Al pensar en las consecuencias derivadas de su práctica, lo primero que nos viene a la cabeza son los fallecimientos provocados la encefalopatía traumática crónica (CTE por sus siglas en inglés). Se trata de una enfermedad neurodegenerativa, que se produce principalmente por la presencia de lesiones cerebrales traumáticas repetitivas que afecta no solo a los jugadores de fútbol americano ya que también se han documentado casos otros deportes de contacto como boxeo o hockey.

Un problema de importantes dimensiones

Pero más allá de los golpes, existe un drama relativamente desconocido que afecta a los ex jugadores de la NFL y que The New York Times ha puesto encima de la mesa con un excelente reportaje que señala a un enemigo silencioso que también causa estragos en su salud: la obesidad.

Consecuencia de la evolución del propio juego, en las últimas décadas los equipos han poblado sus líneas defensivas y ofensivas con jugadores cada vez más corpulentos lo que ha provocado que en apenas 40 años el peso medio haya pasado de 109 a 142 kilogramos.Y el problema no se manifiesta mientras su carrera deportiva está en curso, puesto que los jugadores cuentan con planes específicos de entrenamientos y su alimentación está relativamente controlada.

La soledad del ex jugador

El drama surge cuando se retiran ya que toda esa estructura deportiva que les ha protegido durante años desaparece de un día para otro y deben enfrentarse a la realidad de tener que ser ellos mismos los que se pongan un límite o los que tengan que encontrar la motivación para seguir entrenando. Algo nada sencillo si tenemos en cuenta que su cuerpo está muy castigado y el daño crónico en pies, rodillas, espalda y hombros hace muy difícil que puedan mantenerse en forma.

¿Y qué sucede entonces? Pues básicamente que el íncide de masa corporal va a más, el problema se agrava y comienzan a surgir complicaciones derivadas de la obesidad contra las que es muy complicado combatir. Diabetes tipo 2, apnea del sueño, hipertensión, dislipemia, cardiopatía isquémica, ictus, insuficiencia cardíaca, cáncer o trastornos del aparato locomotor son alguna de las graves consecuencias con las que tendrán que lidiar antes o después si no controlar su peso.