El viernes 13 de enero del 2023 en la isla de Todos Santos, en México, fue muy especial para el surf. “Cuando las boyas marcan períodos de 24 segundos el mar no está para bromas”, decía uno de los fotógrafos que estaban allí, el respetado Fred Pompermayer. En este contexto, en una ola tan espectacular como Killers, algunos surfistas tocaron la gloria y otros visitaron el infierno.

De estos fueron unos cuantos. Ian Walsh definió ese día como “una carnicería”. Y en este grupo estaba Coco Nogales, experimentado surfista de olas grandes que se vio sorprendido por un gran set de olas que le fracturó pelvis y sacro. Ese día casi muere. Fue rescatado y tuvo que ser operado y poco más de un año después, el 26 de enero del 2024, disfrutó de su primera sesión de surf con éxito.

Al regresar al barco de este baño, le comentó a un amigo suyo, Chuy Salazar, que le gustaría tener la tabla con la que surfeaba el día del accidente. Una tabla y un leash que las olas gigantes partieron. Tras el incidente, preguntó a un par de amigos pero nadie sabía nada de su paradero. Salazar sí, le comentó que por la descripción que le daba, la habrían visto hace unos días.

“No dudé ni un segundo en ir a por ella”, relata Nogales, quien la encontró en lo que “parecía un cementero de tablas, estaba acompañada de otros pedazos, enterrada entre la naturaleza, cubierta de pasto y con ratitas”. Confiesa que “regresar a la isla y encontrarme un pedazo de la tabla con la que estaba surfeando durante esa fuerte experiencia fue único y especial. Por una parte estoy feliz y por otra me dio mucha paz, porque finalmente sentí que estaba cerrando un ciclo”. Empieza otro.

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