“Los seres humanos somos increíbles. Todos nos temíamos lo peor, pero la verdad es que esta chica está clínicamente bien y tendrá una historia que contar. Es una guerrera”, decía Elsa Rocha, responsable del equipo de pediatría del hospital de Faro que evaluó a Erica Vicente. La joven portuguesa había sido rescatada por un buque de carga tras 20 horas a la deriva.Todo empezó el sábado, 15 de abril, al atardecer. Vicente disfrutaba de una sesión de SUP al atardecer, cuando se vio atrapada por el viento y las corrientes. “Entró en pánico, se asustó y no pudo remar de regreso a la orilla”, relata el capitán de puerto y comandante local de la policía marítima, Afonso Martins, quien añade que “su padre estaba cerca y cuando lo vio se lanzó al agua, pero no pudo llegar a ella, así que la chica y la tabla siguieron moviéndose hacia el sur”.Fue entonces cuando los servicios de emergencia recibieron la llamada y se desplegaron los recursos terrestres, marítimos y aéreos en busca de la joven, que desapareció rápidamente de la vista. En las primeras horas había hasta 20 profesionales en varios medios acuáticos, a los que se sumaron un barco español y un avión del Ejército del Aire portugués.Tras casi 24 horas de búsqueda y con la esperanza perdiendo enteros, el domingo por la tarde todo cambió. El buque de carga MSC Reef, en tránsito y esperando para entrar en el puerto de Tánger, en marruecos, localizó a Vicente a casi 50 kilómetros al sur de Vila Real de Santo António. Entre olas de 1 metro y vientos de 19 kilómetros por hora. Estaba tumbada sobre la tabla, viva, únicamente en bañador y en estado de hipotermia y deshidratación. Un helicóptero del Ejército la trasladó al hospital de Faro.Martins aprovechó el incidente para recordar que “a pesar del clima cálido, abril es época de condiciones oceánicas invernales en Portugal... requieren de un cuidado especial”.