"Vete a casa perra pelirroja, coge tu Red Bull y métetelo por el culo"
La ganadora del primer Challenger Series de la temporada de la World Surf League, víctima de machismo y localismo en las playas de Australia.
La irrupción de Caitlin Simmers en el mundo del surf -se podría decir que- se produjo en septiembre del año pasado, cuando con tan solo 15 años ganó ni más ni menos que el US Open of Surfing, el evento más multitudinario del mundo del surfing. Pero no solo eso, sino una competición que forma parte de las Challenger Series (CS) de la World Surf League (WSL) y que, por lo tanto, le dio los puntos necesarios para colarse en la máxima categoría del surf mundial en 2022.
Precisamente cuando empezaba el año y el circuito, la WSL emitía un comunicado en el que explicaba la renuncia de Simmers a competir en la élite. Renunciaba a lo que siempre había manifestado que para ella sería un sueño porque "de momento me gustaría trabajar en mi surf, pasar más tiempo con mi familia y amigos y centrarme en el colegio". O lo que sería lo mismo, "de momento solo quiero pasarlo bien".
El problema es que pasándoselo bien y disfrutando del surf, Caitlin ha seguido ganando eventos. De hecho, ha empezado el 2022 imponiéndose en el primer campeonato de las Challenger Series de esta temporada, el Boost Mobile Gold Coast Pro. El problema es que su estancia en este paraíso del surf australiano, más allá de la competición, ha sido de todo menos cómoda.
Según publica el portal especializado en surf Stab Mag, Simmers ha sufrido machismo, localismo e incluso masificación en la famosa playa de Greenmount. En concreto explican que llegó el 22 de abril y aunque pasó como 4 horas al día en el agua, apenas pudo coger 2 olas por sesión.
El calvario, pero tuvo su punto álgido el día 25 de abril, fiesta nacional en Australia (ANZAC Day), con los surfistas del CS, los locales y muchísima gente en el pico. A las 8 de la mañana, la estadounidense era una de las 300 personas que luchaban por las olas de un metro y asegura que "visto con perspectiva fue una estupidez".
Así cuenta que en los 30 primeros minutos ya había recibido improperios de dos locales. El primero fue porque (tras esperar una hora para dejar que locales y surfistas hipercompetitivos remaran sus olas) se metió en un tubo y un surfista le saltó la ola y cayeron. Lejos de disculparse por casi decapitar a Caity, "pasó junto a ella, la miró por encima del hombro y le dijo que se fuera a casa, añadiendo que si él no podía lograrlo, ella tampoco, como si fuera el surfista más rápido del planeta". Negó con la cabeza y volvió al pico.
La segunda vez, con Soli Bailey asesorándol, cometió un error y chocó con un surfista de unos 50 años que remaba la ola: "Me disculpé y le dije que solo trataba de salir de la ola". Pero lejos de aceptar las disculpas le cayó una buena dosis de machismo y localismo: "Vete a casa perra pelirroja, puedes coger tu Red Bull y metértelo por el culo". Soli, que lo vio todo de cerca, le soltó un "que te follen".
Tras todo esto pudo volver al pico coger un doble tubo y tener una pequeña redención, pero luego se fue 10 días al sur, donde hay más espacio y tranquilidad. Cuando volvió el 5 de mayo ya era para competir y demostrar lo que puede hacer cuando tiene una ola de clase mundial para ella, incluso en las difíciles condiciones de una fiinal -con viento, lluvia y fuerte marejada- que ganó en el último momento. Se viene la segunda parada de las CS, el GWM Sydney Surf Pro. Ojalá no tenga que denunciar este tipo de comportamientos.