La primera sesión de surf de la temporada de olas gigantes en el hemisferio sur la ha dado Deadmans, una ola grande -y mutante- que rompe en Sídney (Australia). Está considerada como una de la más complicadas y violentas del país oceánico y del mundo. Y bueno, el nombre -hombre muerto- ya lo dice todo. Las imágenes en crudo -sin música ni edición- que pudimos ver tras el fin de semana ponían los pelos de punta. La mayoría de surfistas fracasaron en su intento de conquistarla, pero también algunos, como Max McGuigan, se llevaron a casa una de las bombas de su vida.

El caso es que desafiando a esa ola, a la gran cantidad de agua que mueve y al escalón que se forma a la mitad de la ola (que lleva a los surfistas directos al infierno) estaba también un fotógrafo y filmer de tan solo 17 años, Byron McLoughlin, grabando toda la acción desde el agua. Un ángulo que parece todavía más terrorífico, si cabe.

Byron, que ha dedicado toda su corta vida a la fotografía acuática, ya ha empezado a salir en los medios especializados en surf. Especialmente documentando sesiones de olas gigantes como la de Deadmans. Hablando con uno de estos medios, McLoughlin explica que "intento evitar que me golpeen las olas, pero son cosas que pasan". Para evitarlo, "el trabajo fundamental es de piernas, de luchar contra las corrientes y de estar en el lugar correcto". Y en ocasiones reconoce que "trato de empujar mis límites usando un gran angular o disparando frente a la ola a propósito, quedando inevitablemente atrapado en ella, pero obteniendo una perspectiva diferente [...] En realidad, es guay probar tu capacidad de lucha o resistencia, viendo cuánto tiempo puedes aguantar la respiración o mantener la calma". En este sentido asegura que "también es genial tratar de nadar tan abajo como puedes, relajarte allí y esperar a que el caos de la superficie se relaje...".