Hace tan solo unos meses, desde la asociación One Ocean Diving advertían de que películas, medios y redes sociales habían convertido al tiburón en algo "grande y malo", cuando es "grande, pero no malo". Lo que ocurre es que solamente son noticia cuando hay algún ataque (por confusión o por entender que está ante competencia para cazar). Y hay otras situaciones muy habituales.

Uno de los ejemplos lo podemos encontrar en las aguas de la mítica playa de Bondi, al este de la ciudad de Sídney (Australia). Allí estaba Toby Nicol volando su dron a principios de febrero cuando detectó a un tiburón acercándose a un grupo de surfistas que estaban disfrutando tranquilamente de las olas.

El caso es que uno de los surfistas, que rema para volver al pico y en un momento dado salta de su tabla de surf bien para descansar, bien para revisar algo, aterriza justamente sobre el escualo -en este caso un tiburón toro- y este, al recibir el golpe, parece que huye rápidamente de la zona asustado. El surfista también, por cierto, que vuelve a subir rápidamente a su tabla.

Los tiburones toro son conocidos también como Zambeze, son animales tranquilos -aunque pueden ser peligrosos, obviamente- y están en peligro de extinción en el estado de Nueva Gales del Sur. De hecho, aunque Australia fue el país con más ataques mortales de tiburón en 2020 (8), según el International Shark Attack File solamente 2 fueron en New South Wales y la mayoría fueron de tiburón blanco o tigre, pero no hubo ninguna de tiburón toro.