En octubre del 2020, Brad Masters ocupaba la portada de la prestigiosa revista Surfer Magazine con una de sus fotos, a Mikala Jones. Antes había protagonizado otras de muy relevantes. Quienes se mueven en la escena del surf saben que era un fotógrafo reconocido y con muchos años de experiencia a sus espaldas. Además, era también entrenador personal y estaba en muy buena forma, tal y como se puede apreciar en las fotografías que colgaba en su Instagram levantando pesas. Pero su trayectoria en ambos campos se ha cortado de golpe y para siempre.

Masters entró en un hospital de Bali el 25 de diciembre del 2020 con una infección en el cuello. Tras dos operaciones que debían salvarle contrajo una superbacteria y los médicos se vieron obligados a inducirle el coma. La infección se extendió por sus pulmones, cogió una pneumonía, los antibióticos no haían efecto y en pocas semanas allí seguía, en cuidados intensivos, sedado totalmente y respirando gracias a un respirador.

En esta situación, la familia empezó a recaudar fondos para intentar pagarle el regreso a Australia, encarecido por los cuidados de los que precisa. Lo consiguieron a principios de febrero y fue admitido en el Fiona Stanley Hospital de Western Australia, donde ingresó en estado crítico. Aunque todo pintaba muy mal, familia y amigos se mostraban esperanzados de que la situación pudiera dar un vuelco.

No fue así. Brad Masters murió en el hospital. Eso sí, lo hizo "acompañado de sus familiares y amigos más cercanos y luchando hasta el último momento", explicaba la familia -entre quienes edeja a una mujer viuda y a un niño de tan solo 11 años- en un comunicado enviado a la prensa australiana. "Nos quedaremos con los momentos más bonitos y divertidos que nos ha dejado por delante del sufrimiento de estas últimas semanas", añadían. El mundo del surf podrá recordar por lo menos su legado en forma de fotos, sin duda. DEP.