La historia de Amanda Eller es de esas que harían temblar al mismísimo Bear Grylls, el conocido presentador del programa “El último superviviente”. Esta instructora de yoga y fisioterapeuta estaba realizando un trekking en una de las reservas naturales de la paradisíaca isla de Maui cuando, de golpe, desapareció del mapa sin dejar rastro durante 17 largos y angustiosos días.

Eller salió el pasado 8 de Mayo bien temprano por la mañana para disfrutar de un soleado día de hiking por la reserva natural de Makawao, cerca de su casa en Haiku, Maui. Con una gran experiencia en senderismo, esta chica de 35 años decidió emprender la ruta en solitario como de costumbre. Las alarmas saltaron por la noche, cuando su marido avisó de que Eller aún no había aparecido por casa. A primera hora del día siguiente, al encontrar su coche aparcado con todas sus pertenencias dentro, empezó una interminable búsqueda de dos intensas semanas por los frondosos bosques de esta reserva natural de la isla de Maui.

Los primeros días incluyeron un despliegue de fuerzas compuesto por drones, perros, helicópteros y un gran número de policías y voluntarios. Después de cuatro días de búsqueda pero, las fuerzas de rescate decidieron suspenderla por falta de pistas relevantes con las que seguir. Fue entonces cuando la familia se organizó y, con un crowfunding que juntó más 77.000 dólares para seguir pagando un helicóptero de búsqueda junto con la buena fe de los voluntarios, acabaron dando con la senderista la cual había quedado atrapada después de caer en una zona de muy difícil acceso.

Con poco más que unas quemaduras debido a la larga exposición solar, Eller culminó dos largas semanas de supervivencia en la reserva natural de Makawao. Y aunque muchos se temían lo peor, su familia y amigos nunca perdieron la esperanza. “Ella es tan fuerte como siempre hemos pensado que es, sabíamos que lo conseguiría”, comentaba Sarah Haynes, una de las voluntarias. El momento del reencuentro fue captado por el voluntario Javier Cantellops que, con una selfie de lo más curiosa, dejó latente el buen estado en el que se encontraba Eller. Una asombrosa historia que, por suerte, acabó con final feliz.