Tourmalet, el carnet ciclista
La mítica cima de los Pirineos se estrena como meta en La Vuelta. “Es un puerto para un escalador puro”, explica Sergio Samitier, que reconoce el puerto con AS.
Hablar de mística y de historia en el ciclismo es hablar de Tourmalet, una cima icónica, la ascensión que nunca deja indiferente a nadie. Habitual del Tour de Francia, es el puerto más destacado de los Pirineos. En 1910, debutó en la carrera francesa gracias a, cuenta la leyenda, una mentira del periodista deportivo Alphonse Steinès, que viajó a la zona con la idea de buscar nuevas cimas para el Tour. Ni pudo llegar al punto más alto con su chófer, completó este camino a pie (alrededor de 4 km) y luego dijo que estaba en perfectas condiciones para ir en carrera. Totalmente falso, pero le hicieron caso. Desde entonces, el Tour finalizó allí en tres ocasiones y fue puerto de paso más de 80 veces, y por vez primera este año será desenlace en La Vuelta tras ser puerto de paso en 1992 y 1995 camino de Luz Ardiden.
Será en la etapa 13, el 8 de septiembre. Un total de 18,9 kilómetros al 7,4% pendiente media con rampas máximas del 13%. En la meta, 2.115 metros de altitud. Numerosos fueron los españoles que lo cruzaron en cabeza en carrera: Bahamontes, Julio Jiménez, Lalo Cubino… y por allí también empezó a cimentar, en 1991, Miguel Indurain su primer Tour. Ahora, La Vuelta será testigo de un día que apunta a ser decisivo en el devenir de la carrera, ya a finales de la segunda semana.
Lo ascenderán por la vertiente de Luz-Saint-Sauveur, la más frecuentada. “Aquí es donde te sacas el carnet ciclista. Ya no solo por dureza, también por fama, historia… es el puerto más duro de los Pirineos y además no está muy lejos de mi casa. Lo conozco bien”, cuenta Sergio Samitier al reconocer el puerto con AS. El corredor del Movistar, de Barbastro (Huesca), acumula más de una docena de ascensiones en el Tourmalet. “Tiene un toque de épica casi inigualable. Es un puerto para un escalador puro, de corredor fino y delgado, lo que da opciones a batallas y ataques. No es explosivo, y al ser tan largo, da mucho juego”, explica Samitier, en una subida muy protagonista en 2023: fue puerto de paso en el Tour de Francia (en la etapa 6) y el Tour Femenino (final de la etapa reina), además del citado desenlace en La Vuelta.
“Tiene un toque de épica casi inigualable. Es un puerto para un escalador puro”
“Puede que sea la etapa reina de La Vuelta. Tal vez le falte algo más de kilometraje (tiene 134). Luego en carreta te diría que con esa distancia está bien (entre risas). Teniendo antes el Aubisque, el grupo puede llegar roto y una fuga, para que tenga opciones, debe llegar a pie del Tourmalet con más de cuatro minutos de renta”, cuenta el oscense antes de desgranar la subida: “Las rampas iniciales harán una primera criba importante. Ese tramo no hay que infravalorarlo, con rectas que engañan, al 9% o 10% de desnivel. Psicológicamente te destruyen”.
Un puerto pendiente y con vida propia
La Vuelta está luchando por recuperar las etapas que se quedaron por el camino en 2020 por la COVID, y el Tourmalet iba a ser de la partida hace tres años. No pudo ser. Ahora, no habrá problemas para pasar la frontera con la salida desde Formigal. Samitier sigue con su explicación: “Una vez pasas el pueblo de Barèges hasta la conocida como Route Fignon la dureza se mantiene… hasta que sube al 13%, el máximo que ya no volveremos a tener hasta la meta. Los seis últimos kilómetros tienen menos desnivel, pero llegas con la fatiga en las piernas y tienes que afrontar varias curvas de herraduras. El tramo final hasta coronar vuelve a ser muy exigente”.
Hay puertos más duros, más largos, pero el Tourmalet tiene vida propia: “Tiene esencia tras ver pasar a los mejores de la historia. Es un puerto de los de toda la vida. Veremos si alguno lo sube en menos de 50 minutos, no será sencillo. El ritmo puede ser de entre 18 km/h y 20 km/h y moviendo 6 w/kg. Eso los mejores”.
La altitud es otro de los factores a tener en cuenta: “Estaremos a 2.100 metros, y el cuerpo sufre y nota la falta de oxígeno a partir de los 1.700 aproximadamente. El desgaste será mucho mayor. Será una etapa que de mucho juego. Es la típica que Chente en el Movistar diría de mandar a algún compañero por delante y luego preparar el terreno, porque no veo a los favoritos atacando a 15 kilómetros de meta”, desgrana Samitier, que hizo la subida junto Iván Pañart, compañero de entrenamientos del corredor del Movistar.
“El recorrido es uno de los más potentes que hemos tenido nunca, y eso es en parte también gracias al Tourmalet”, comenta Javier Guillén, director de La Vuelta, sobre esta etapa. La parte final fue reasfaltada en mayo y la célebre escultura de la cima volvió a su sitio tras subir en un camión en junio. Nadie quiere perderse un día que apunta a ser grande.