Van Aert, ¿el Tour como objetivo en el futuro?: “Fue un buen test...”
El belga, uno de los corredores más destacados del Tour, acabó tercero en Hautacam después de realizar el trabajo para su compañero Vingegaard. Tiene asegurado el maillot verde.
En el palmarés de Wout van Aert aparecen, en carretera, 37 victorias. De clasificaciones generales, apenas asoman el Tour de Dinamarca en 2018 y el Tour de Gran Bretaña en 2021. Sus objetivos son otros, y son numerosos, dado que sus cualidades, al ser un corredor tan versátil, se lo permiten. Triple campeón del mundo de ciclocross, en 2019 llegó al Jumbo-Visma, compaginando carretera con barro, aunque en los últimos tiempos está más centrado sobre la bici de rueda fina. Su nivel en este Tour de Francia está siendo estratosférico: desde la jornada del pavés, en la que condujo a un reducido grupo de Vingegaard, primero, y luego se dejó caer para hacer lo propio con otro de Roglic, segundo, a exhibirse en los Pirineos. Nada más pasar el kilómetro cero saltó para fugarse camino de Hautacam. ¿Una locura en vez de proteger a su líder? Demostró que no. Un riesgo que salió bien.
En su palmarés lucen triunfos en contrarreloj, en volatas, en montaña (como en el Tour de 2021). Un corredor total de 27 años, corpulento (1.90 metros) y que incluso llevar una marca de patrocinio de casco distinta a la de sus compañeros, porque es una de las grandes estrellas del pelotón. En este mismo Tour dejó imágenes para el recuerdo, como en la pasada 16ª etapa, estando fugado (como casi siempre) y echando pie a tierra para esperar a Vingegaard en el Mur de Peguere de cara a conducirle en la bajada. Esperando al líder del Tour de Francia. Van Aert, un especialista en clásicas, que tiene la París-Roubaix, pese a que no la ganó aún, como carrera favorita, tiene asegurado el maillot verde en París. Solo tiene que cruzar la meta los días que quedan (lleva dos etapas en esta edición).
Con este dominio, ¿podría optar algún día al Tour de Francia? Es una pregunta que ha sonado en los últimos días en las conversaciones del Tour, y él mismo se ha pronunciado: “Terminé tercero en Hautacam y creo que fue un buen test para saber si algún día puedo ir a por el maillot amarillo. Pero claro, esto lo he podido hacer un día, después del anterior haber cedido veinte minutos. Hacer lo mismo todos los días del Tour...”, reconoce, sin negar la opción, que a día de hoy parece lejana. Va el 23º en la general, a más de hora y media de su compañero Vingegaard. Tendría que modificar prácticamente su calendario y ser un corredor totalmente distinto. Al gozar de esta relativa libertad, es lo que le hace ser tan protagonista, pero ganar un Tour es el sueño de una gran parte del pelotón.
“Recibimos muchas críticas con nuestra idea de optar al maillot amarillo y el verde, pero creo que si tienes un corredor como Wout van Aert no puedes decirle que venga al Tour solo para correr para el hombre de la general y no tener ambiciones propias”, dice Grischa Niermann, director del Jumbo. El equipo neerlandés vino a por el amarillo, con Vingegaard (Roglic lo reconoció en Copenhague) y a por el verde de los puntos con Van Aert. Y, por si fuera poco, también tendrán el de la montaña, con el propio Vingegaard. Un equipo que, a escasos días de París, está a punto de firmar una actuación casi inmejorable, y todo ello teniendo en frente a uno de los mayores talentos recientes, Tadej Pogacar.