Un taxi, el telecabina y una furgoneta para ver al ‘avión’ Pogacar en Plateau de Beille
AS vivió en primera persona, por cortesía del Decathlon AG2R La Mondiale, la etapa reina del Tour de Francia con victoria de Pogacar en la cima de los Pirineos.
Es uno de esos domingos en los que no importa que el despertador dé las siete de la mañana porque es un día grande en Francia con motivo de su fiesta nacional, el 14 de julio, y porque, además, es la etapa reina del Tour de Francia en Plateau de Beille, la segunda gran etapa de los Pirineos tras la victoria de Pogacar el día previo en Pla d’Adet.
AS aceptó la invitación de Decathlon y del Decathlon AG2R La Mondiale para vivir en vivo esta experiencia en el Tour de Francia junto a Bicio y El Español. Un día que empezó con el traslado en taxi rumbo a Loudenvielle para la salida. Con el corte de carretera al principio no nos dejan pasar pero nos salva la acreditación para poder ascender el Peyresourde por la vertiente por la que luego bajarán los ciclistas camino de Luchon. Ante los cortes de tráfico y la dificultad para aparcar en Loudenvielle el taxista nos sugiere una alternativa: llegar a Peyragudes, donde Alejandro Valverde ganó una etapa en el Tour de 2012, y coger allí el telecabina Skyvall que nos dejaba en pleno centro de Loudenvielle, donde se iba a dar la salida neutralizada de la etapa.
Eran las nueve de la mañana y el recorrido ya estaba repleto de gente esperando la llegada de la caravana, todo un acontecimiento antes de cada etapa del Tour, y de la llegada de los ciclistas a la salida. Antes de la salida, visita obligada al village, donde los patrocinadores muestran sus mejores galas, para llegar al stand del Decathlon AG2R donde nos reciben entre otros los ciclistas Mikael Cherel y Clement Dupuy, y presenciar el briefing previo de la etapa por parte del director del Tour Christian Prudhomme.
Desde allí ponemos rumbo al bus del Decathlon AG2R-La Mondiale, donde nos explican cómo se organizan antes de cada etapa. “Cada ciclista tiene 5 bicis, la de carrera, una en un coche, otra en el coche del pelotón y dos de TT”, nos detalla Dupuy cuando llegamos y vemos las bicicletas preparadas delante del autobús. “Cada corredor corre con su presión, la hinchan por 7 y luego la ajustan a la preferencia del ciclista”, nos señalan los mecánicos entre los que se encuentra el español Luis Lamas.
Delante del autobús podemos observar las bicicletas Van Rysel que usa el Decathlon en el Tour, de las que Jon Zumaquero, market leader de Decathlon en España, nos dio más detalles. “La bicicleta RCR es más versátil y polivalente y vale para etapas de montaña como la etapa de hoy. La FCR, más aerodinámica, es un prototipo de una nueva versión de la bicicleta que mejorará a la que ya está en venta y que se emplea para etapas llanas. Mientras que la XCR, el modelo de contrarreloj, se comercializará pronto y tendrá versión UCI y triatlón”.
Es hora de subirse al coche para conocer el recorrido y, de paso, más curiosidades sobre cómo se organiza la carrera. “El coche que lleva el dorsal rojo es el que marcha delante cuando hay fuga, y el que tiene dorsal negro es el segundo coche, el que va tras el pelotón. Los coches con dorsal azul son los que salen antes de carrera y los que llevan dorsal rosa pertenecen a la caravana”, nos indica Dupuy, antes de que montemos en un coche con dorsal azul e iniciar el recorrido de la etapa media hora antes de que se dé la salida neutralizada.
Durante el recorrido Dupuy nos cuenta cómo suele ser el trabajo del equipo durante la carrera. “Cada coche suele llevar dos directores, uno va conduciendo y otro es el que da las instrucciones a los ciclistas por la radio”, señala.
Empezamos con la primera subida del día, el Peyresourde, lleno de gente desde el inicio de la salida neutralizada y con un último kilómetro que es una auténtica marea humana que no deja de animar a todos los coches que pasan por allí. Tras la bajada a Bagnères-de-Luchon recorremos las subidas al Col de Menté y la subida a Portet d’Aspet, con la estatua en homenaje al malogrado Fabio Casartelli en las primeras rampas de esta vertiente por la que ascendemos.
Tras ganar terreno y seguir todo lo que sucedía en la carrera a través de Radio Tour, reponemos fuerzas para recorrer los dos últimos puertos del día, empezando por el durísimo Col d’Agnes, su bajada y el encadenado con el Port de Lers que, pese a no ser puntuable, también albergó a una gran cantidad de aficionados en la carretera. La difícil bajada de Lers nos mantuvo con la intriga de la marcha de la carrera antes de iniciar la subida final a Plateau de Beille, con un público entregado y que llenaba las carreteras durante los 15 kilómetros de ascensión al puerto con maillots de todos los equipos y colores y disfraces muy llamativos.
Llegamos a la cima justo cuando la fuga y el pelotón empiezan la subida a Plateau de Beille y en las pantallas gigantes la gente vibra primero con el movimiento de Vingegaard para soltar a Pogacar y, tras resistir la embestida, el duro ataque del esloveno para soltar al danés. El delirio fue más en aumento al ver el paso por las vallas amarillas de un desatado Pogacar, de un sufridor Vingegaard y de un peleón Evenepoel, pero también con Mikel Landa, Richard Carapaz o Enric Mas entre otros por su garra y pelea en la etapa reina de este Tour de Francia.
Los ánimos no se quedaron ahí, ya que todo aquel ciclista que llegaba a meta recibía un último empuje de ánimo con los golpes del público a las vallas y el reconocimiento por su esfuerzo en forma de aplausos, entre ellos Girmay, un Cavendish que salvó el fuera de control por menos de dos minutos, y a Bram Welten, que llegó por delante de la Voiture Balai, el coche escoba, pero que al hacerlo a 57:12 (el corte era de 53:22) se despide del Tour de Francia.
Una vez terminada la carrera, es hora de regresar por donde hemos venido ya que Plateau de Beille tiene una sola vertiente asfaltada para subir. Casi más de una hora y media para bajar los 16 kilómetros del puerto ante la gran cantidad de coches que bajan, pero una espera que bien merece la pena para contar esta fantástica experiencia en el Tour de Francia que constata que el que prueba a subir al Tour, siempre acaba repitiendo para ver a las grandes figuras del pelotón en la mayor carrera ciclista del mundo.
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