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TOUR DE FRANCIA

Pogacar: “El Jumbo me aplastó”

El corredor del UAE, en una entrevista para el medio esloveno MMC, hace balance del pasado Tour de Francia. “En el Galibier perdí mis superpoderes”, analiza.

Pogacar: “El Jumbo me aplastó”
CHRISTIAN HARTMANNREUTERS

Un ataque tras otro y Tadej Pogacar respondiendo a todos. Luego, ofensiva del esloveno, que, tras los momentos de más intensidad, hacía gestos a la cámara, con una sonrisa, pero indicando que le tocaba sufrir. No se equivocaba, lo peor estaba por llegar. En el Granon, en la 11ª etapa del Tour, Jonas Vingegaard arrebataba el maillot amarillo al corredor del UAE. Ya no lo soltó. Pogi pagaba los esfuerzos anteriores y el danés, sin saberlo, empezaba una cuenta atrás hacia París. “Tengo que sacar conclusiones”, reflexionaba el doble ganador de la gran vuelta francesa tras no conseguir su tercera corona consecutiva. Ya lo ha hecho. “La táctica del Jumbo fue excelente. Todos estaban al 100%. Realmente, me aplastaron con sus ataques. Especialmente, en esa parte plana entre Telegraph y Galibier. Tal vez estaba un poco nervioso sobre cómo y qué sucedería en el Granon. Cuando comenzamos la última subida, inmediatamente sentí que no era un buen día”, explica en el medio esloveno MMC.

Desde ese momento, Pogacar supo que ganar el Tour sería “muy difícil”, pero no bajó los brazos. Lo remarca y lo demostró en las jornadas posteriores, en las que probó a Vingegaard sin cesar. Atacó al inicio de la etapa de Mende y en la subida final. Aceleró dos veces hacia Lers. Ganó en Peyragudes, pero recortando sólo cuatro segundos. Lo intentó hasta bajando, en el descenso del Col de Spandelles, con esa caída y ese choque de manos que ya es historia del ciclismo. No pudo ser. Lo acaecido en el Granon había abierto una brecha excesivamente grande en la general y, seguramente, también en lo psicológico. “Hoy, sólo puedo especular, pero creo que si le hubiera ordenado a Rafal (Majka) que comenzara el ascenso más despacio, hubiera sobrevivido hasta la línea de meta perdiendo menos tiempo. Eso sí, después del Galibier, creo que no había vuelta atrás para tener buenas piernas ese día. Fue como si me hubiera dejado todos los superpoderes ahí”, analiza Tadej.

El calor, superior al esperado y a más durante el Tour, tampoco ayudó al corredor esloveno. Tal y como ha reiterado a lo largo de su corta pero exitosa carrera, las altas temperaturas le perjudican especialmente. “Poco a poco, nos fuimos acostumbrando a las botellas de agua fría y al hielo durante las jornadas, pero tengo que decir que el calor no es lo mejor para mí”, enfatiza una vez más, desmenuzando todavía más su fatídica 11ª etapa, que se desarrolló entre los 30 y 35 grados centígrados. “Empezamos bien, también me sentí bien, pero luego me quedé sin energía, no bebí suficiente, necesitaba mucha agua para esa etapa, pero olvidé tomar esa bebida hidratante”, confiesa. La cruz en medio de muchas caras, de otra actuación soberbia para un ciclista de sólo 23 años, que empezó a escribir su leyenda en La Planche des Belles Filles, donde este año volvió a ganar. Esta vez, con un amarillo “prestado”.

El Mundial, próximo objetivo

En una preparación cuestionada por nombres como Eddy Merckx, Pogacar disputó únicamente el Tour de Eslovenia como preparación para el Tour, 56 días después de su anterior carrera, la Flecha Valona. En esos dos meses, sin embargo, el esloveno no paró. “Primero fuimos a los Pirineos, luego a hacer la última contrarreloj del Tour y luego a los Alpes. Después del reconocimiento, nos trasladamos a Livigno, donde tuvimos un campo de entrenamiento con el equipo y donde todo estuvo enfocado al Tour. Yo mismo elegí Eslovenia como carrera preparatoria. Inmediatamente después, volví a entrenar en altura, esta vez durante seis días en Montgenevre”, repasa Pogi, que, tras apartarse de La Vuelta y abandonar en la Clásica de San Sebastián, vuelve a estar en marcha. Participó en la Bretagne Classic, el 28 de agosto, y tiene Canadá en el punto de mira (GP Quebec el 9 de septiembre y GP Montreal, dos días después). Dos fechas claves para alcanzar el punto óptimo de forma, destinado al Mundial de Wollongong (Australia), el 25 de este mismo mes.