Ferrand-Prevot pone la guinda a un palmarés legendario con el Tour Femmes

El dorsal 51 va ligado a la historia del Tour de Francia. Eddy Merckx, Luis Ocaña, Bernard Thévenet y Bernard Hinault, corredores legendarios, conquistaron la Grande Boucle con dicho número, un número que con el paso de tiempo se envolvió de mística. Con esos mismos dígitos, una corredora tan legendaria como única añadió una pieza inédita hasta ahora en su innumerable colección de éxitos. A sus títulos mundiales en ciclocross, gravel, MTB (más oro olímpico) y carretera, Pauline Ferrand-Prevot (33 años) sumó este domingo el Tour Femmes para entrar en una nueva dimensión del ciclismo. Lo hizo, además, tras haber ganado la París-Roubaix este mismo año, combinación nunca antes vista en el ciclismo femenino. Única en su especie.

Por segundo día consecutivo, la corredora del Visma ganó la etapa con un ataque demoledor a 6,5 km de la meta de Châtel Les Portes du Soleil, donde vio todo desde una posición privilegiada la mítica Jeannie Longo, última campeona francesa en el Tour femenino allá por 1989. “Esta victoria es el resultado de tantos sacrificios en los últimos meses. Creo que he puesto el listón muy alto este año para preparar este Tour de Francia. Es una hermosa victoria y una hermosa lección de vida. En realidad no pensé en ganar. Ahora no sé qué voy a poder hacer. Solo quiero disfrutar de este momento. Tal vez sea una vez en mi vida”, explicó en zona mixta una emocionada Pauline. En el podio final la acompañaron las que partían con el cartel de grandes favoritas, Demi Vollering (2ª) y Katya Niewiadoma (3ª), quienes le arrebataron el cajón a última hora a una Sarah Gigante que pagó caro sus miedos en los descensos.

En condiciones normales, el último capítulo de este Tour Femmes reunía suficientes ingredientes como para ver un vuelco a la clasificación general de última hora. No obstante, un coloso como Joux Plane (11,6 km al 8,5% de promedio) pierde efecto si se ubica a 70 km de la meta. Aunque el pescado estuviera vendido, allí llegó en cabeza Anna van der Breggen, que se había escapado en solitario desde la primera ascensión del día con la intención de salvar su decepcionante actuación en este Tour con un triunfo de etapa. Justo antes de encarar Joux Plane, Niewiadoma se vio implicada en una caída múltiple, aunque pudo mantenerse en el grupo de favoritas, reducido a su mínima expresión. El duelo entre las mejores y Van der Breggen estaba servido.

A Gigante se le cae la valentía de los bolsillos, así que a 9 km de la cima de Joux Plane pasó a la acción. Minutos más tarde volvió a probarlo y ya solo las mejores pudieron seguir su estela: Vollering, Ferrand-Prevot, Niewiadoma y Fisher-Black. Todas coronaron juntas y ahí volvió a emerger la debilidad de Gigante. Lo que no ganó subiendo, lo perdió bajando… Sus contrincantes no lo dudaron y rivales directas como Vollering y Niewiadoma empezaron a colaborar por un objetivo común: desbancar del podio a la australiana. Ferrand-Prevot, al no ser su guerra, guardaba fuerzas a cola del grupito. La francesa ganaba enteros para rematar el Tour con un nuevo triunfo.

Y llegó el Col du Corbier, última dificultad montañosa del día. Para entonces, Gigante ya perdía más de dos minutos con unas favoritas que habían dado cuenta de Van der Breggen, completamente fundida. La australiana se despedía por completo del cajón. Solo quedaba por decidir el orden. El conformismo, además de la falta de fuerzas, se apoderó del sexteto de cabeza, por lo que la resolución apuntaba al esprint. Pero no. Cuando te sobran piernas, es tontería perdonar. Y Ferrand-Prevot remató la faena a lo grande, atacando a 6,5 km del final para ganar por segundo día consecutivo en solitario. El fin de fiesta soñado de una ciclista de ensueño.

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