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TOUR DE FRANCIA | INTRAHISTORIA

El Tour rinde tributo a Luis Ocaña en su ‘casa’, Caupenne d’Armagnac

El conquense, ganador del Tour de Francia en 1973, falleció en 1994. Muy querido en Francia. “Es uno de los más grandes de siempre”, dijo Prudhomme a AS.

Caupenne d’Armagnac
Homenaje a Luis Ocaña con Prudhomme, director del Tour, y la viuda del campeón español.
JESUS RUBIODIARIO AS

Pasaban las 19:40 de la tarde cuando una delegación del Tour, encabezada por el director de la carrera, Christian Prudhomme, llegaba a Caupenne D’Armagnac, localidad situada a tan solo cuatro kilómetros de Nogaro, donde finalizó la etapa. El motivo no era otro que rendir tributo a Luis Ocaña, residente en la zona durante buena parte de su vida (1945-1994).

Acompañado de Josiane Ocaña, viuda del que fuera corredor nacido en Priego (Cuenca), depositaron un ramo de flores en la puerta del Ayuntamiento en la sala llamada de Luis Ocaña, decorada en la puerta con hasta catorce bicicletas y una placa con un mensaje: “En honor a nuestro campeón, ganador del Tour de Francia en 1973 y viticultor en la finca de Miselle de Caupenne d’Armagnac”.

“Es uno de los más grandes de siempre. Tenía un espíritu de no rendirse nunca. Cuando era niño me hacía solar, y siempre recordaré esas batallas con Eddy Merckx”, dijo Prudhomme a AS tras el acto. El director de la carrera más importante del mundo suele poner de ejemplo a Ocaña en el momento que habla de corredores con desparpajo y entrega.

Homenaje a Luis Ocaña con Prudhomme, director del Tour, y la viuda del campeón español.
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Homenaje a Luis Ocaña con Prudhomme, director del Tour, y la viuda del campeón español.JESUS RUBIODIARIO AS

“Cuando él no ganaba, decidía el vencedor”, añadió Prudhomme. También acudieron numerosas personas que formaron parte de la vida personal y deportiva de Ocaña. Además, la etapa de ayer tuvo guiños hacia el campeón. El esprint intermedio fue en Notre Dame des Cyclistes. Ahí se casó Luis tras llegar a un pacto con el cura que ofició la ceremonia: que ese templo religioso se convirtiera en un museo del ciclismo, un santuario para todos los ciclistas.

Leyendas como André Darrigade, campeón mundial en 1959 y también homenajeado ayer en la salida de Dax, tiene allí su camiseta arcoíris. Según la leyenda, los ciclistas cuentan con protección divina al pasar por este sitio. Ocaña, figura ilustre e inolvidable.