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CICLOCROSS | MUNDIALES

Seis veces Van der Poel

El neerlandés arrasa en el Mundial para lograr su sexto título, a uno del récord de Eric de Vlaeminck. Felipe Orts, décimo.

Actualizado a
Mathieu van der Poel, tras cruzar la línea de meta.
MICHAL CIZEKAFP

En Tabor, donde comenzó todo en 2015, pasó lo que tenía que pasar. Cualquier otra cosa hubiese sido una sorpresa mayúscula. Y ocurrió que Mathieu van der Poel, el caníbal todoterreno, ganó su sexto Mundial de ciclocross en la localidad checa donde en 2015 se enfundó su primer arcoíris. Entonces flacucho y hoy luciendo un corpachón, a sus 29 años cumplidos en enero. El neerlandés ha ganado este año 13 de las 14 pruebas que ha disputado. Sólo falló en la Copa del Mundo de Benidorm, por una caída de la que se aprovechó Wout van Aert. Es el dios del barro. El nacional es Felipe Orts, que salió con el objetivo de hacer su primer top-10 (12º era su mejor posición) y lo consiguió, a 2:48 del extraterrestre.

En el circuito de Tabor y pensando ya en la carretera no estaba el tractor belga (campeón de 2016 a 2018) para disputarle el título. Tampoco el polvorilla Tom Pidcock, que se coronó en 2022, así que tocó monólogo de Van der Poel, que ya acaricia la posibilidad de igualar el récord de siete triunfos del belga Eric de Vlaeminck, hermano de Roger, que dominó entre 1966 y 1973 con la sola intromisión del italiano Renato Longo en 1967. Una plusmarca de otros tiempos que el del Alpecin, de momento, parece no tener en mente empatar el año próximo en Liévin (Francia), ya que días antes deslizó que quizá la próxima temporada no se suba a una máquina de ciclocross, y prepare las clásicas al calor de las carreteras del Levante español y no día tras días comiendo barro y pasando frío.

Van der Poel, para evitar líos, enganchones o caídas pisó el acelerador desde el primer metro. Y nadie pudo seguirle. Ni siquiera inquietarle. Su compatriota Joris Nieuwenhuis, a la postre segundo logrando su primera medalla en un Mundial, intentó tomarle la estela pero siempre con una brecha de al menos medio minuto. Michael Vanthourenhout salvó el honor belga impidiendo que Pim Ronhaar configurara un podio totalmente neerlandés.

En un circuito pesado, con bastante barro y con la afición local aplaudiendo a rabiar a su ídolo Zdenek Stybar (31º), tres veces campeón mundial que corría su última carrera, el voluntarioso y listo Felipe Orts supo fajarse en un grupito de seis ciclistas para al final firmar el décimo puesto que buscaba en una temporada en la que ha logrado ser quinto en una prueba de Copa del Mundo e incluso subirse a un podio junto a la bestia en Loenhout (3º). Una bestia que, una vez hecho su trabajo de demolición, sin peligro, se paró sobre la línea de meta y se bajó para señalar a su Canyon. Marketing obliga. Inaccesible a los mortales.

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