Las 'semana fantástica' de clásicas italianas sigue su curso. Después de la Coppa Bernocchi y los Tres Valles Varesinos, llega una carrera de mayor enjundia: la Milán-Turín. Su distancia, de 190 kilómetros, y su dureza, no alcanzan la categoría de Monumento, pero sí una participación de altísimo nivel. Buena parte de los focos apuntarán a Julian Alaphilippe, en lo que será su primera aparición en carrera tras conquistar su segundo maillot arcoíris consecutivo en Flandes.

Y el francés no estará abandonado a su suerte en esta 102ª edición, ya que el Deceuninck-QuickStep le arropará con potentes gregarios como Mauri Vansevenant y Joao Almeida (Devenyns, Masnada, Serry y Osborne completan la formación del conjunto belga). Ese bloque será la principal amenaza a la que tendrán que hacer frente una lista de favoritos que encabeza el dúo de eslovenos de oro: Primoz Roglic y Tadej Pogacar. Después de su abandono en los Tres Valles Varesinos, debido a unas condiciones de lluvia que históricamente no han sido lo suyo, Alejandro Valverde repetirá como mejor baza española (junto a Alex Aranburu) en una cita donde no triunfa un español desde Alberto Contador en el año 2012. Otros como Lutsenko, Fortunato, Vlasov, Pinot, Martin, Woods, Nibali o Adam Yates, partirán como outsiders.

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El perfil de la cita será muy similar al de su hermana mayor, la Milán-San Remo, con un recorrido predominantemente llano a excepción de un final nervioso (con final en alto) donde los corredores deberán hacer frente al doble paso por la Basilica di Superga. El segundo de ellos, con un añadido de 600 metros, será donde se decida el ganador: 4,9 km al 9,1% de pendiente media y rampas máximas del 14%. Todo lo que no sea la victoria de un corredor explosivo y buena punta de velocidad será una enorme sorpresa.