En 2018 debutó en Europa y en el World Tour con el maillot del Sky en Catalunya. Una caída en la última jornada le dejó sin subir al podio, segundo tras Valverde. Qué tarjeta de presentación.

Sí, las cosas me salieron chévere. Verme delante con Valverde y Nairo (ocupó su plaza como el segundo clasificado) resultó muy especial. Simplemente por ir a rueda ya aprendes detalles de ellos: la colocación, la atención, la ambición... Aprecias lo más insignificante, a veces ni puedes describirlo. Una pena que acabara lesionado, pero la experiencia fue enriquecedora, increíble por batallar ante tanta calidad de los rivales.

En este 2019 llega como una de las figuras emergentes del pelotón internacional y con la París-Niza en su palmarés.

Sí, afortunadamente conquisté una general de mucho prestigio. Me encontré en buena forma y espero conservar esa buena línea en esta carrera.

¿Será el líder del equipo, compartirá responsabilidad con Froome o se pondrá a su servicio?

Veremos el planteamiento, Froomey todavía ni ha venido (el aeropuerto de Niza canceló el vuelo del británico y estaba previsto que aterrizara en Barcelona pasada la medianoche). A la París-Niza acudí de segundo jefe, tras Kwiatkowski, y no me importó. Otro carga con ese peso y yo debo permanecer atento y tomar el control si hace falta. Siempre compito al máximo, da lo mismo la misión. Aunque Chris desea enfocar la preparación para el Tour, quizá vaya tranquilo.

¿Cómo es su relación con él?

Le considero el líder del Sky. Siempre escucho y miro todas sus acciones. Desde cómo habla con los directores, cómo se dirige a nosotros o cómo cuida cada detalle. Impone respeto, pero es cercano. Siempre se puede aprender algo nuevo de él.

¿Nota que en el Sky le valoran más?

Sé que me valoran, aunque no siento que haya dado un paso adelante destacado. Como digo, en otras pruebas desempeñé un rol de segundo. En el Tour de 2018 trabajé para Froome y Thomas. No miro los puestos o el cargo que me imponen, sino esforzarme y encontrarme satisfecho con lo que he realizado. Y, hasta la fecha, estoy muy orgulloso.

Sin embargo, la dirección (desde mayo INEOS se encargará del patrocinio) ha demostrado confianza en usted, con una renovación de contrato hasta 2023.

Eso viene a decir que tanto la escuadra como yo confiamos mutuamente en el otro. Se trata de una relación recíproca, una apuesta de las dos partes. Con mis aptitudes, yo les he gustado, y a mí me ha gustado integrar su plantel. También me han rodeado con un grupo de latinos con el que lo paso muy bien y me arropan: Henao, Sosa, Narváez… No quiero otra cosa que rendir y dar el máximo para corresponder a su devoción.

En un equipo que ha vencido en el Tour con tres ciclistas distintos, Wiggins, Froome y Thomas, ¿mira al futuro con la esperanza de sucederles?

Me encantaría, pero tengo los pies en el suelo. Adoro mi profesión, no me cuesta salir a rodar durante seis o siete horas. Me gusta montar en bici, me entretiene, lo disfruto. Así resulta más sencillo plantearse retos. Sin embargo, no pienso en tan largo plazo. Lo que deba llegar, llegará cuando toque. Ahora mismo, mi cabeza está en el Giro.

Ahí sí que afrontará la carrera como líder absoluto.

Sí. Iré a por todas, con el mejor entrenamiento detrás y con el mejor bloque a mi disposición. Me enorgullece y lo asumo con normalidad. No pretendo que se convierta en algo feo si no saco unos objetivos que por unas causas u otras no se encuentren a mi alcance. Trabajaré, me cuidaré y saldré con la intención de conseguir éxitos. Si no se producen, no será por no buscar con el mayor entusiasmo y la mejor dedicación.

¿Doblará después con el Tour o la Vuelta?

No lo sé aún. Quizá sí, dependerá de cómo concluya en Italia. En 2018 terminé cansado del Tour, pero con ganas de inscribirme en la Vuelta. Una lástima la caída de San Sebastián. Si al final lo hago, será con el consenso de los técnicos del Sky y porque nos parecerá factible y nada negativo para mi evolución.

¿En qué fase está en ese desarrollo?

En la de aprendizaje, por supuesto, de empaparme de cada detalle que me beneficie. De correr con humildad y ambición, de realizar bien y honestamente mi labor.

¿Cómo fue su llegada a Europa en 2016, con el Androni?

Extraña. Pasé de la bici de montaña a la de carretera. Salí de casa con 18 o 19 años, sin conocer nada de la estructura ni del país. Me alojé en un hotel en Italia, sin mis padres. Les eché mucho de menos. Aun así, en el Androni me cuidaron. Son buenas personas y se lo agradezco.

¿Y la llamada del Sky?

Me dio un poco de miedo. Desde fuera transmiten una imagen de seriedad y rigidez, aunque dentro resulta lo contrario, de confort y cercanía. Elegí bien entre las ocasiones que se presentaron, tomé la mejor decisión de mi vida.

¿Dónde vive ahora?

Entre Andorra, donde me favorece la altura para la preparación como buen colombiano, y un poco menos mi nación.

Y fuera, ¿cómo se distrae?

Con la familia, la novia, el perro, mi hermano… No tengo una afición en particular, trato de sacar juego a cada situación. A veces me engancho con una serie y luego no miro la tele en dos meses, otra me ocurre con un libro y después no leo en medio año. Con el momento.

¿Y por qué momento desea que se le recuerde? Estudió seis meses de Periodismo y siempre dice que le interesan las historias humanas y las hazañas. ¿Quizá como el primer colombiano ganador del Tour de Francia?

Seré igual de feliz de gregario de Iván Sosa (su compatriota y compañero en el Sky) que como vencedor del Tour. Mi felicidad consistirá en sentirme realizado, bien sea en eventos de un día, de una semana o de tres. Debuté en 2018 en el Tour y me adapté bien. Me sacrificaré para lograr los mejores registros, sean los que sean.