Los directores del Mitchelton estimaron una pérdida de alrededor de un minuto en la inspección matutina de la crono de 34,2 km del Giro 101, que se desarrolló en una carretera comarcal encajonada entre viñedos y la autopista del Brennero, de Trento a Rovereto. Amaneció desapacible, con lluvia y viento, condiciones que desaparecieron por la tarde, cuando salieron los favoritos. Tom Dumoulin confiaba en que una ración de climatología adversa le echara una mano. Pero se cumplieron las previsiones del equipo del líder. Simon Yates perdió 1:15 y conservó el rosa con 56 segundos de ventaja sobre el defensor del título.

El británico tiene al alcance su primera gran ronda, dada su superioridad y regularidad en la montaña. “Aunque nos encontramos en la última semana de competición, y todavía puede suceder cualquier cosa”, advirtió Dumoulin, quien ni siquiera ganó la contrarreloj. Se la llevó Rohan Dennis, que se tomó la revancha de Jerusalén, desbancado en el último momento. El australiano consiguió su primer triunfo en la carrera italiana por delante de dos campeones del mundo de la disciplina, Tony Martin y Dumoulin. Una victoria de quilates.

Ahora faltan tres jornadas alpinas: Prato Nevoso, Bardonecchia y Cervinia. Domenico Pozzovivo continúa tercero, a 3:11, y Chris Froome adelantó a Thibaut Pinot como cuarto clasificado (a 3:50 y a 4:19, respectivamente). Pello Bilbao ascendió a la octava plaza, a 6:02. Con semejantes diferencias en contra (incluidos los 56 segundos de Dumoulin), cualquiera de los rivales de Yates debería convertirse en un kamikaze inconformista para intentar derrocarle. Queda muchísimo terreno. Sin embargo, se muestran deprimidos por la autoridad de la maglia rosa: “¡Está intratable!”. En su debut en el Giro, suma tres etapas y acaricia la gloria a cuatro días de llegar a Roma.