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VUELTA A ESPAÑA | ETAPA 18

Dumoulin es la sombra de Aru

El líder aguantó los repetidos ataques del ciclista italiano en el último tramo de la etapa. Roche ganó en Riaza y camino de Ávila se espera más batalla.

Fabio Aru, en uno de sus muchos ataques a Tom Dumoulin.
Fabio Aru, en uno de sus muchos ataques a Tom Dumoulin.JESUS RUBIODIARIO AS

A Fabio Aru no se le puede negar el coraje; sólo se le puede discutir la estrategia. Atacó por primera vez a 19 kilómetros de la meta y siguió haciéndolo hasta que faltaban tres para la llegada. Lo probó machaconamente, por impulso propio o aprovechando la inercia de otros ataques. De haber sido necesario, lo hubiera seguido intentando durante cien o doscientos kilómetros más, durante la noche y la madrugada. Es probable que hubiera obtenido el mismo resultado: nada. Tom Dumoulin no sufría a su rueda. El maillot rojo completaba una carrera tras moto, sin más preocupación que responder a los demarrajes del italiano. Para un líder sin equipo (y con talento) era la situación ideal. 

El permanente empeño de Aru le hizo pasar de la heroicidad a la testarudez. No ganará la Vuelta en el duelo directo, sino a través de ciclistas interpuestos. En lugar de subirse a todos los vagones, debió dejar escapar algunos. Las arrancadas de Valverde, Majka o Chaves hubieran sido un problema para el líder de no contar con la colaboración de Aru. Dumoulin se habría visto obligado a pensar, salir o quedarse. Del ciclismo nos hubiéramos trasladado al póker: faroles, nervios, sudores y disimulos.  

Todavía quedan dos etapas para repartir cartas. Si los rivales del líder no se conforman con lo conseguido, tendrán que aceptar el juego y el riesgo. La regla es simple: trabajar en beneficio del líder significa perjudicar las opciones propias de victoria. En río revuelto todos tendrían una alguna posibilidad. Sirve para Aru y para el resto de perseguidores. 

Es posible que Purito contara con esa mínima opción cuando probó fortuna a 34 kilómetros de Riaza. No funcionó. Astana sofocó la rebelión con la misma diligencia que lo hubiera hecho el Giant, de tener soldados y fuerzas. El terreno invitaba a escaramuzas que no se produjeron, casi al contrario. Los favoritos volvieron a permitir una fuga que devoró las bonificaciones. No parece muy responsable en una Vuelta que, de momento, se decide por segundos.

Nueva ocasión

La jornada de hoy repetirá diseño y espíritu con una dificultad añadida, la llegada a Ávila, una subida final con salsa de adoquines. Sin escapada por delante, podría decidir el futuro de la carrera en mayor medida que la etapa de la sierra madrileña. Esta tarde sabremos si los directores deportivos son de la misma opinión.

Mientras los mejores circulaban en continuo zafarrancho de combate, Roche y Zubeldia se aproximaban a Riaza, dispuestos a jugarse la victoria de etapa. No hubo sorpresa: el irlandés impuso su punta de velocidad y Haimar se volvió a quedar a las puertas, como en Sotres, cuando fue cazado en los últimos kilómetros. Qué mal pagada está la regularidad. Después de 18 temporadas y una constancia asombrosa (cinco veces entre los ocho mejores del Tour), Zubeldia sigue sumar triunfos de nivel.

A la espera de nuevas batallas, Aru seguirá reflexionando sobre la relatividad del tiempo. Si Mikel Landa le hubiera esperado en Andorra, ahora sería líder por un segundo. Se equivocará si se pierde en lamentaciones o impaciencias. Debe remontar tres segundos, no tres minutos. Sólo debe acertar el momento del pellizco.