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Giro de Italia

Roche: “Ya no hay rivalidades como la que tenía con Perico”

Stephen Roche hizo popular el ciclismo en Irlanda cuando en 1987 ganó de una tacada el Giro, el Tour (en dura pugna con Pedro Delgado) y el Mundial.

Belfast
Stephen Roche.
Stephen Roche.Jesús Rubio

¿Qué supone para usted que el Giro llegue a Irlanda?

—Una enorme satisfacción, ya que gané esta carrera y así el público irlandés puede disfrutar de una grande. En 1987, cuando vencí, la afición en Irlanda apenas sabía sobre ciclismo. Aparte, también es un vehículo para el turismo y dar a conocer nuestro país, que es el más bello del mundo. España es el segundo (risas).

(Stephen Roche tiene casa en Mallorca desde hace 20 años. Allí pasa buenas temporadas y le visita su hijo, Nicolas, líder del Tinkoff en este edición de la Corsa Rosa).

—¿Cuál es el estado del ciclismo aquí?

—En mi época las instituciones dormían, y ha costado que despierten. Ahora, la Federación va a implantar un sistema para el desarrollo de nuestro deporte desde la base.

—¿Cómo resultarán las tres jornadas irlandesas?

—Muy bellas, pero los corredores deberán andar con cuidado con la lluvia y el viento.

—Su hijo figura entre los favoritos. ¿Dónde le veremos?

—Espero que lo más arriba posible. La posibilidad realista sería terminar entre los diez primeros, quizá entre los cinco. Deseo que conquiste una etapa. Sin embargo, su ronda es la Vuelta. Con Contador de líder en Tour y Vuelta, Nicolas cambió su programa para disputar el Giro.

—¿Le animó a que se convirtiera en profesional?

—Nicolas jugó a rugby y fútbol, practicó atletismo y se movía con la bici. Lo vio siempre en casa. No me hizo falta animarle, él decidió transformar su hobby en su trabajo.

—¿Le da consejos a su hijo o le regaña?

—No, sólo hablamos (se ríe).

—¿Y qué cuenta de su sobrino, Daniel Martin?

—Nicolas y él se guardan mucho cariño y respeto. Le veo a él más apto para cazar etapas y a mi hijo para la general.

(Luego, Martin tuvo que abandonar al caerse en la crono).

—¿La mejor victoria de la familia?

—La salud. Luego, divertirse, esforzarse y ganar.

—¿No es su Giro-Tour-Mundial de 1987?

—(Más risas). Quizá sí.

—Mantuvo una pelea tremenda con Perico Delgado.

—Fue una grandísima guerra deportiva. Sin embargo, fuera de la carrera nuestra relación destacó por el buen feeling. Ya no existen rivalidades como la mía con Pedro. Cuando en la contrarreloj de Dijon le quité el liderato, se acercó a felicitarme. ¡Qué recuerdos, los mejores de mi vida!

—¿El de La Plagne también? Necesitó oxígeno.

—Así es, lo rememoro como un éxito. Perico me apretó hasta la extenuación. Calculé el tiempo que debía ceder y sufrí como nunca imaginé para no perder más. Con sufrimiento y adversarios como Pedro, Bernard, Mottet o Herrera se valora más aquel amarillo.

—¿Conservan la amistad?

—Sí. En 2012 se disputó una prueba benéfica en Irlanda, le llamé y vino sin dudarlo. A veces charlamos.