Contador se doctoró ayer en una de las pocas facetas ciclistas que le faltaban por dominar. El de Pinto, ganador de cinco grandes vueltas, conquistó su primera 'clásica' en la longeva Milán-Turín, la carrera de un día más antigua de Italia que celebraba su 93ª edición (la inaugural se disputó en 1876). La prueba, que no se corría desde el año 2007, estrenaba final en la cima de Superga, donde el español del Saxo dio una exhibición ante el público italiano, el mismo que le vio el año pasado conquistar un Giro que acabaría perdiendo por sanción.
Lo hizo frente a especialistas en estas lides como Purito o Nibali. El catalán atacó a falta de tres kilómetros. Contador no respondió, pero marcó ritmo de caza con un Nibali que acabó explotando. El de Pinto sí alcanzó a Purito, en cabeza en esos momentos junto a Ulissi y Kessiakoff. Tras tomar aliento, arrancó casi bajo la pancarta del último kilómetro con un hachazo de los que acostumbra a dar en las cumbres de las carreras por etapas. Ayer descubrió que también son letales en los muros de las clásicas.
Como Bahamontes.
Llegó solo a la meta, en la Basílica de Superga, testigo del accidente aéreo de 1949 que se llevó a aquel mítico equipo de fútbol del Torino. El monumento también ha visto pasar muchas pruebas ciclistas, pero hasta ayer sólo había tenido el honor de ser final en una, la cuarta etapa del Giro de 1958. Entonces ganó Bahamontes. Ayer sirvió de escenario para el estreno de un Contador 'clasicómano'.