"Ojalá pueda vivir un día tranquilo y de fiesta"

¿Se ve ya como el vencedor de la Vuelta?

Matemáticamente no lo soy. Queda una etapa con dos sprints bonificados, más los tres primeros puestos de la llegada que también dan segundos. Tengo muy cerca el triunfo, aunque todavía falta por completarse la jornada final.

¿Cómo vivirá la etapa de Madrid?

Ojalá sea un día festivo, para disfrutar de la victoria en esta Vuelta, pero la carrera hay que disputarla hasta la última meta. Si el Sky presenta batalla, encantado y a luchar contra ellos. Aún no tengo ganada la general, así que debo estar preparado para lo que venga.

¿Qué le pareció el error de Chris Froome con la última meta intermedia?

Se confundió con la pancarta de los 20 kilómetros. Salí a su rueda porque pensaba que atacaba. Luego, cuando se paró, le dije que no era el sprint bonificado, y se sorprendió.

¿Intentaría remontar los 13 segundos si fuera él?

No sé si atacaría, no marcho en su situación. Si yo estuviera segundo, él pensaría lo mismo: '¿Por qué no va a ir a por todas?'. Puede hacer lo que quiera, tiene todo su derecho para atacarme, ya que aún dispone de opciones de conquistar la ronda. No hemos hablado, aunque me gustaría vivir un día plácido.

¿Sintió alivio al cruzar por Urkiola, el último puerto de esta edición?

Al coronar Urkiola sí he respirado más tranquilo, sabía que era la última oportunidad que le quedaba a Froome. Podía probarlo, y al ver que no arrancaba, he soltado la tensión y me he encontrado más liberado hasta Vitoria.

¿Lo ha pasado mal con el maillot rojo?

El año y medio que padecí de depresión me ha ayudado a sobrellevar estos momentos. He aprendido a gestionar mejor la presión. Ya estaba muy satisfecho con mi rendimiento y no me he exigido el objetivo de ganar por todos los medios. No obstante, ha habido más instantes de tensión fuera que dentro de la carretera. Aparte, durante estos días sólo tenía que fijarme en controlar y marcar a Froome. Wiggins y Mollema estaban más alejados en la general.