"No hay nada comparable a alzar los brazos en el Tour"

Felicidades, ha logrado su primera victoria en el Tour de Francia.

La verdad es que todavía no me lo creo, me encuentro como en una nube. Tendrán que venir las celebraciones en el hotel con los compañeros para terminar de asimilar toda esta emoción y tantas sensaciones bonitas.

Ha conseguido el triunfo en Luz Ardiden, el lugar donde Roberto Laiseka inauguró el palmarés de Euskaltel en la ronda gala en 2001.

Así es, diez años después. Para nosotros era muy importante ganar aquí por toda la afición del País Vasco que se desplaza a animarnos. No había nada más que ver la cantidad de camisetas naranjas que se agolpaban en las cunetas. Inscribir mi nombre junto al de Laiseka, en una cima tan mítica del ciclismo, supone un gran orgullo y un momento muy especial para recordar.

¿Por qué decidió jugársela en el descenso del Tourmalet?

Leí bien la carrera. En ese instante iba por delante Gilbert, y salió tras él Vanendert. Como el resto de los favoritos no se movía, decidí que debía seguir a ritmo hasta arriba. Si llegábamos con 40 segundos a los últimos tres kilómetros, sabía que podía vencer.

¿Buscaba sólo la etapa? ¿No quería recortar tiempo en la general?

Teníamos como objetivo principal lograr una victoria, y ya lo hemos cumplido. Para nosotros, supone una alegría inmensa. El equipo no es millonario, somos modestos. Ahora, me planteo el Tour día a día, ya comprobaremos dónde acabo en la clasificación.

¿Con este triunfo es suficiente?

No, deseo seguir haciendo las cosas bien y continuar remontando y subiendo puestos, aunque soy consciente de que aún me encuentro alejado en la general de los demás aspirantes al podio. Como ya tengo etapas en el Tour y en la Vuelta, lo que quiero ahora es ganar en el Giro, quizá el próximo año.

¿Defenderá el maillot de la Montaña?

Este jersey ha sido un premio añadido, que no entraba en los planes. No lo regalaré, y si la cosa se pone de cara, intentaré quedármelo.

¿Qué ha disfrutado más, el oro olímpico o Luz Ardiden?

Los Juegos son muy importantes, pero no hay nada comparable con alzar los brazos en el Tour. Son sensaciones distintas, y hay que saber saborearlas.