Después de un inicio de año complicado, ha enderezado el rumbo con el Campeonato de España contrarreloj y esta etapa en el Tour.

Sí, las cosas no salieron al principio como me habrían gustado, pero lo importante es que ya me he adaptado a mi nuevo equipo y a mis nuevos compañeros. Fue duro, porque me costó tener que cambiar de idioma y pasar al inglés. Por eso le estoy muy agradecido a Gárate, Barredo y Freire, que me ayudaron a integrarme.

¿Alguna dedicatoria especial?

Todas mis victorias van para mi hermano, que me ve desde el cielo, aunque esta también se la he brindado a mi futura hija, que nacerá en agosto.

¿Por qué no pararon tras el accidente de Flecha y Hoogerland?

Porque estaba en juego el triunfo de etapa y el liderato de Voeckler, aparte de que nos dimos cuenta enseguida de que se dieron un porrazo muy fuerte y no podrían enlazar con nosotros. Si hubiéramos esperado, habríamos puesto en riesgo todo lo trabajado hasta entonces.

¿Algún mensaje después de una primera semana tan dura, con percances con vehículos incluidos?

Quiero transmitirle a la organización que se deben tomar medidas, que les diga a los conductores que esto puede suceder y que respeten a los ciclistas. Algo así no tendría que ocurrir en la mejor carrera del mundo, pero hubo varios momentos en que nos adelantaron coches de invitados que ya nos pusieron en peligro.

En 2010, Casar le batió en una fuga en Saint-Jean-de-Maurienne. ¿Temía perder?

No, en esa ocasión fue culpa mía, no había mirado el libro de ruta y no sabía cómo era el final. Esta vez me encontraba bien y conocía la llegada, con un repecho duro tras un día muy exigente. Cuando tienes confianza, se puede conseguir una victoria así, que es importante para mí y para el equipo.

¿Todavía creen en las posibilidades de Gesink, que está tocado?

Sí, tengo claro que hay que trabajar para nuestro líder. Se ha presentado una oportunidad y la he aprovechado. Ahora me centraré en ayudar al cien por cien a Gesink, o en lo que haga falta.