Tour de Francia | 2ª etapa: BRUSELAS-SPA
Indulto a los Schleck
Cancellara paró al pelotón para esperarles tras una caída masiva
El Tour tiene un patrón: Fabian Cancellara. En su currículo ya figura el indulto de ayer a los hermanos Schleck, curiosamente compañeros de equipo, caídos como casi 40 corredores más en el descenso mojado y sombrío del Col de Stockeu, a 30 kilómetros de la meta de ayer en Spa. No será ésta una crónica de ciclismo. Es más un relato de intriga, de frecuencias de radio cruzadas y de intereses colectivos y personales. Es tratar de explicar por qué Andy Schleck tiene todavía opciones de ser amarillo en París y no está a más de, pónganle cinco minutos, de los aspirantes.
De la masiva caída, provocada al parecer por un aceite de motor vertido en mal momento, quedó malherido Andy Schleck, favorito a ganar el Tour. Contador y Armstrong, los otros dos grandes gallos, también sucumbieron al asfalto, sin mayores consecuencias que tener que pegarse un calentón de 15 kilómetros para atrapar al grupo delantero, el de Cancellara, que había decidido entregar su maillot amarillo a Sylvain Chavanel, anecdótico ganador de la etapa y líder hasta que el pavés demuestre lo contrario. Por atrás penaban los Schleck, que llegaron a perder tres minutos con la cabeza ayudados simplemente por el alemán Voigt y su voluntariosa entrega.
Delante, el órgano decisor del pelotón, Cancellara noqueó cualquier intento de forzar el ritmo para, al menos, disputar la etapa. Iván Gutiérrez quiso hacerlo por Luis León Sánchez pero tuvo que descartarlo, "por ética". Al parecer, y ahí surgen las contradicciones, Cancellara pactó con Jean François Pescheux, director de la carrera, neutralizar al pelotón hasta que los Schleck se unieran a él. ¿Y por qué no esperaron a Cunego, que perdió 8:51? ¿Y a Vande Velde, otro ilustre? A ellos no. Tampoco a Petacchi. Por eso no hubo sprint por la segunda plaza. Los cervelo de Hushovd y Sastre quisieron seguir tirando. Carlitos desveló después que Cancellara le había dicho a Thor que la etapa se había neutralizado. "Y a nosotros no nos había dicho nada", aseguró Sastre.
Con diez kilómetros por disputar, el indulto se hacía efectivo. El pequeño de los Schleck cabeceaba al pasar a la altura del coche de carrera, Cancellara tragaba todo el aire en cabeza de pelotón y desde el coche de Rabobank se maldecía la actitud de sus propios corredores. ¿Por qué no tiramos para que Menchov saque tiempo o por si Freire gana? Ninguno de los ciclistas aceleró ni un ápice.
A 3:56 de Chavanel entró el pelotón de 123 ciclistas en huelga de sprint. La excusa era la neutralización, que no estaba Petacchi y, sobre todo, que ante las cámaras de la televisión en directo, Cancellara pactó con Pescheux que no iban a disputar la llegada y que sólo Chavanel iba a sumar puntos en la clasificación para el maillot verde, la de la regularidad. La de la irregularidad a partir de ahora.
Avalado.
Contador avaló la actitud del grupo. También Armstrong. Los más modestos, con la boca pequeña, dicen que la decisión es injustificable. ¿Quién parará hoy en el pavés cuando se caigan 50 tíos? Nadie pondría la mano en el fuego por ver repetir este final de etapa en el caso que el rezagado por caída desafortunada fuera Contador. Pero eso nadie lo podrá saber.
Ganó Sylvain Chavanel, un gran ciclista, arrollado a finales de abril por un coche de equipo en la Lieja-Bastoña-Lieja. Su equipo es belga (Quick Step). Merecía una segunda oportunidad. Pero no así.