Quizá David Arroyo perdiera el Giro camino de Aprica, pero se ha ganado la admiración y el respeto de compañeros de profesión, prensa y aficionados al ciclismo. Su defensa de la maglia rosa fue épica, grandísima, emocionante. Pasó por el Mortirolo con 1:56 de desventaja respecto a Ivan Basso, Vicenzo Nibali y Michele Scarponi, así que se jugó el tipo en el descenso -con la carretera resbaladiza por la lluvia- para colocarse a sólo 40 segundos al acabar la bajada, rebasados antes Evans, Gadret y Sastre.
Una vez a la altura de Vinokourov, Arroyo prefirió esperar a los tres rezagados para afrontar la ascensión a Aprica en compañía, minimizar pérdidas e incluso recortarlas. Sin embargo, el líder no encontró ayuda. Mientras el Liquigas compró la colaboración de Scarponi a cambio del triunfo de etapa, Vinokourov, Evans y Sastre ("han faltado fuerzas y entendimiento", se justificó) pudieron enterrar sus aspiraciones al podio. Vale que todos llegaran fundidos, pero nadie echó una mano en la persecución. Por tanto, las diferencias aumentaron exponencialmente a cada kilómetro que transcurría, hasta situarse en el 03:06 final.
Basso es ahora el capo de la carrera, con Arroyo segundo y Nibali tercero. "Intenté correr de forma inteligente. Las fuerzas andaban justitas en Aprica. Eché de menos un poco de colaboración. Parecía que la cosa no iba con ellos y no les importaba un puesto en el cajón", se quejó el el talaverano. Hoy quedan todavía Gavia, si la nieve lo permite, y Legno Tonale. ¡Che spettacolo de Giro!