Pescheux: "El Tour se expone a los locos..."

Los que pegaron tiros fueron los de la escapada. No hubo manera de cogerlos". Óscar Freire sigue de buen humor pese al susto que se llevó el viernes tras recibir el impacto de un balín en plena etapa. El cántabro, al que le sigue molestando "un poco" la herida en su muslo derecho, puso una denuncia ante la Gendarmerie por "violencia voluntaria con armas". Pascal Schultz, procurador de Colmar, tiene claro el perfil de los agresores tras el testimonio de un ciclista. Se buscan a dos jóvenes de no más de 16 años que habrían utilizado una pistola de aire comprimido.

Jean François Pescheux, director de la carrera, habló ayer con Freire para interesarse por lo que había sucedido. Pescheux, que trabaja para esta carrera desde 1982, reconoce que "el Tour es vulnerable. Nos exponemos a ser víctimas de cualquier loco... No es fútbol, aquí no hay control sobre las millones de personas que están en el route du Tour".

El dispositivo de seguridad es increíble. "Los ciclistas están custodiados por 55 gendarmes motorizados y en cada cruce hay otro policía. En total hay 25.000 policías repartidos en los 3.459 kilómetros del recorrido". Más de mil agentes del orden público blindan las carreteras de la etapa, al margen de las decenas de miembros de la organización contratados.

El Tour está coordinado con el gobierno francés para aplicar cualquier reacción a un atentado terrorista. Hasta este tipo de agresiones estarían mejor controladas que, por ejemplo, el aficionado exaltado que hizo caer a Guerini en plena ascensión al Alpe d'Huez en 1999 (acabó ganando), al gendarme que quiso hacer una foto en pleno sprint de Jalabert que casi le cuesta la vida o al enloquecido conductor harto del Tour que enfiló la última recta de Colmar en 2001 en contra dirección cuando había no menos de 50 personas allí.