Los favoritos 'pasan' de la pelea en los Pirineos

Pierrick Fedrigo nunca habría ganado la etapa de ayer si el pelotón de los favoritos hubiera disputado la etapa como se esperaba de ellos. El control de la situación que ejerce el Astaná no ha permitido que ni uno de los rivales de Alberto Contador y Lance Armstrong se animara a mover el manzano de la general. Ni siquiera en el Tourmalet, por mucho que su cima estuviera a 70 kilómetros de Tarbes. "Se ha pecado de conservadurismo. El terreno no favorecía a los ataques porque la meta estaba demasiado lejos. Todos esperábamos más de estas etapas", dice Contador, al que, seguramente, le hubiera gustado ir más deprisa para desgastar más al resto. "Ahora nos toca descansar, pasar la segunda semana y llegar el domingo a Verbier (Suiza), segunda de la tres llegadas en alto de la presente edición, para empezar a decidir la carrera en los Alpes". El libro de ruta puede con todo.

Los rectores del Tour no querían de ningún modo que la carrera saliera decidida desde los Pirineos. Sabiendo que Contador tiene fuerzas y equipo para definir en montaña, el hecho de que en los Pirineos sólo se ascendiera Arcalís como final de etapa y que el Tourmalet estuviera tan lejos de meta ha "bloqueado la carrera", como dicen los expertos. "Había que ser muy valiente para intentar distanciarnos con tantos kilómetros por delante", resume Contador.

Las fuerzas de Sastre.

"No hay fuerzas para más", admite Carlos Sastre, que no se ha movido en estos tres días. "Todo queda pendiente de la tercera semana", advierte el líder del Cervelo. Ni él, ni Andy Schleck, ni Cadel Evans tendrán excusa en los Alpes. Y es que incluso Armstrong pareció aburrirse ayer al soltar un amago de ataque antes del Aspin.

La jornada de descanso de hoy servirá para que los que se creen aspirantes se crean realmente que pueden poner en jaque al Astaná. Si no es así, Contador y Armstrong acabarán jugándose el Tour en la crono de Annecy y el Mont Ventoux. Hasta ahí quiere el Tour que llegue la emoción.