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CICLISMO | GIRO DE ITALIA

Menchov: el Tour, única asignatura pendiente

Denis Menchov, tercer ruso que inscribe su nombre en el historial del Giro, ha alcanzado con 31 años la cima de su carrera deportiva, pero aún le queda un peldaño, el Tour, para acceder al club de los ganadores de las tres grandes rondas por etapas.

Denis Menchov, campeón del Giro de Italia

El ciclista nacido en Orel el 25 de enero de 1978 ganó la Vuelta a España 2005 tras la descalificación por dopaje de Roberto Heras, dos años después volvió a ganarla, esta vez por méritos propios en la carretera, y otros dos después acaba de ganar el Giro. Menchov, adscrito al tipo de ciclista físicamente grande, sin la explosividad de los escaladores puros pero capaz de alcanzar una gran potencia a ritmos sostenidos, se formó en la factoría de José Miguel Echavarri del Banesto, el equipo que le descubrió en una prueba aficionada en los Pirineos.

Desde entonces, Menchov, casado y con un hijo, ha fijado su residencia en Mutilva (Navarra). El ruso de hielo, cuyo rostro, para desgracia de sus rivales, no arroja indicios de su verdadero estado en plena carrera, es un hombre tímido, que huye de los micrófonos. En el Giro del centenario ha vivido muy de cerca la cara y la cruz del deporte. Frente a los laureles del triunfo, la tragedia ha estado a punto de colarse en su misma habitación. Su compañero Pedro Horrillo se despeñó por un barranco de 80 metros en la octava etapa. Salvó la vida de milagro, pero probablemente no podrá volver a competir como profesional.

La primera persona que se fijó en Menchov fue Francis Lafargue, relaciones públicas de Echavarri en el Banesto. Fue en 1998, en La Ronde de L''Isard, la prueba de aficionados más dura del calendario francés, que ganó el ruso. "Enseguida vi su clase en el primer en un ascenso", dice Francis. El informe no cayó en saco roto. Hubo que negociar el traspaso con su club, el CSKA de Moscú, que exigía 20 millones de las antiguas pesetas (120.000 euros). Al final medio millón en material permitieron a Menchov presentarse en la Residencia Larrabide, sede de la "factoría" Echavarri-Unzue" en 1999.

Ese año ganó la Vuelta a Albacete y fue segundo por delante de Iban Mayo en la Vuelta al Bidasoa. En 2000 ya tenía ficha de ciclista profesional, después de haber tanteado sus posibilidades en fútbol, natación y esquí de fondo. Menchov se presentó en la escena internacional con su triunfo en el Tour del Porvenir de 2001. Tenía pinta de hombre-Tour y en el Banesto se frotaban las manos. Las expectativas se dispararon dos años después al proclamarse mejor joven de la "Grande boucle". En el equipo navarro ya soñaban con el sustituto de Miguel Indurain. En 2004 terminó de explotar con un triunfo de etapa en la París-Niza y la general de la Vuelta al País Vasco.

Ese año, una oferta irresistible del Rabobank le alejó del Banesto. Fue al Tour, pero fracasó: terminó a más de dos horas del estadounidense Lance Armstrong. Tenía que lavar su mala imagen en septiembre y lo hizo. Se presentó con el maillot oro en la Colladiella, puerto asturiano que marcó su vida y le cambió el carácter, según indican algunos de sus allegados. Aquel día Menchov fue presa de una emboscada de todo el equipo Liberty de Manolo Saiz y Roberto Heras le despojó, casi de forma humillante, de la prenda dorada, pero el positivo del español le entregó la victoria final.

De nuevo en el Tour, en el 2006, estrenó su palmarés con una brillante victoria en Plateau de Beille, cerca de donde fue descubierto por Lafargue. Acabó sexto en París y en la Vuelta ni siquiera llegó a la capital. El Tour 2007, inolvidable por el escándalo que acabó con la exclusión de su compañero del Rabobank, el líder danés Michael Rasmussen, tampoco sirvió para que Menchov consiguiera el doctorado en la carrera donde, según su ex director José Miguel Echavarri, "se consigue el carnet de ciclista". Se retiró un día después de que el Rabobank recibiera por la noche en su hotel la visita de la policía.

En la Vuelta, otra vez, se tomó el desquite. Esta vez no hubo duda desde que en la cronometrada de Zaragoza, en la octava etapa, dejó claro que era el favorito. En Cerler se vistió de líder, y continuó así hasta Madrid. El año pasado volvió al Tour, pero antes, para ganar resistencia, se probó en el Giro y acabó quinto. En la ronda gala se mantuvo siempre con los favoritos y en la primera etapa alpina, con final en Prato Nevoso, lanzó un poderoso ataque con tan mala fortuna que se fue al suelo en una curva, cediendo unos segundos a Carlos Sastre (a la postre vencedor final) y el austríaco Bernhard Kohl, tercero entonces y hoy envuelto en las sombras del dopaje.