Los Lakers manchan el expediente
Desastroso partido de los angelinos, en el inicio de una gira de cinco fuera de casa, contra unos Hawks en cuadro pero que les dieron una lección en todos los aspectos.


Hay pocos equipos que, a lo largo de los 82 partidos de la agotadora regular season, no tengan noches así, para olvidar. También las hay en sentido contrario: hace menos de una semana, los Lakers ganaron un partido que de ninguna manera tendrían que haber ganado; en Portland, contra unos Blazers competitivos, en segunda noche de back to back y sin Luka Doncic, Austin Reaves ni, obviamente, un LeBron James que todavía no ha debutado (le quedan, se supone, unas dos semanas para tener posibilidades de volver). En el reverso casi perfecto de aquella noche, como si hubieran robado algo que no les pertenecía en Oregón y tuvieran que devolverlo, tarde o temprano, los Lakers firmaron en Atlanta la, por ahora, pifia de la temporada (122-102). Jugaron un partido penoso, impropio, espantoso. Horrible. De hecho, ni jugaron. Solo salieron a la pista, como peleles. Sin intensidad, sin orgullo, sin interés. Sin nada que rescatar.
Los Hawks siempre parecen un equipo perfectamente templado. Ni muy bueno ni muy malo. Si se apilan las cinco últimas temporadas su balance de victorias es un 50,4%. Y en este nuevo curso están 5-5 después de diez partidos. Su inicio de temporada, en todo caso, está siendo decepcionante porque es un equipo con mimbres, en su mejor versión, para pelear incluso el top 4 de un Este poco exigente. Pero perdieron a Trae Young por un esguince de rodilla que evitó las peores noticias pero que tendrá al base, en todo caso, unas cuantas semanas de baja. Y recibían a los Lakers en back to back y con una lista de baja que, además de la conocida del jugador franquicia, incluyó a Kristaps Porzingis, Jalen Johnson, Nickeil Alexander-Walker y Luke Kennard. Parecía una de esas noches que los de Georgia lanzaban al saco de las derrotas de calendario. Pero fue todo lo contrario.
Los Lakers siguen sin LeBron y también sin Reaves, que alarga la baja por lo que en principio eran unas simples molestias en la ingle que han acabado siendo más, aunque JJ Redick aseguró ayer que en esta gira de cinco partidos, que ha empezado de forma penosa, el escolta debería estar de vuelta. El entrenador, por cierto, dio una rueda de prensa que fue un visto y no visto, una brevísima demostración de enfado en la que no rescató nada de la actuación de sus jugadores y dijo que en un par de minutos, nada más empezar, ya sabía lo que tocaba. Que no era el día. Después, Jake LaRavia le dio la razón: “Nos han dado un puñetazo en los morros y no hemos respondido. Se trata de que los titulares marquemos el tono del equipo, y es algo que tenemos que hacer mejor”. Y Deandre Ayton, todavía más: “Es difícil de digerir. Ellos han estado muy bien pero nosotros ni hemos competido. Este es uno de esos días en los que la cena nos va a saber mal. Pero esto es la NBA, son 82 partidos...”. Doncic y Marcus Smart ni siquiera hablaron.
JJ Redick was PISSED after the Lakers lost to the very shorthanded Hawks 😬
— Fullcourtpass (@Fullcourtpass) November 9, 2025
(h/t @ohnohedidnt24)pic.twitter.com/1a33d2NUaR
Casi todas las noches, estos Lakers por ahora gafados tienen el argumento de las lesiones y ausencias como posible excusa, de su lado. Esta vez, fue al revés. Parecía que la lista de bajas de los Hawks, y la presencia de Doncic (con Ayton, Smart, LaRavia, Hachimura…) apuntaba a noche propicia después de dos días de descanso y en una estupenda racha de cinco victorias seguidas que acabó de forma atroz y deja al equipo en 7-3 después de la primera derrota fuera de casa (4-1). Son días de pocos mensajes. Pocos y obvios: no se gana en la NBA sin hacer el más mínimo esfuerzo, sin interés ni al menos unas migajas de concentración; pensando que la cosa está hecha y acabará cayendo por su propio peso. O que ya lo arreglará Doncic. El partido comenzó con una pérdida visitante y una bandeja de Zaccharie Risacher. Visto lo visto, un síntoma y no una anécdota. Un entremés de lo que venía: 20 pérdidas de los Lakers para 36 puntos de un rival que ganó por 16 puntos la batalla de las zonas (62-46), por 14 la del juego en transición (22-8) y por 21, glups, ese de los puntos tras pérdida (36-15).
Los Hawks llegaron al descanso (68-54) con 21 asistencias en sus 26 canastas. Jugando a placer contra un rival sin defensa, sin ningún interés por evitar una sangría de puntos en su aro. Cuando en el tercer cuarto la ventaja bajó de diez puntos, y parecía que todavía había tiempo para un vuelco de esos de mal estudiante, la cosa se torció definitivamente: en los últimos diez minutos de tercer cuarto el parcial fue de 28-11. Imágenes para el sonrojo de unos Lakers pésimos, fuera del partido. Mediado ese tercer cuarto, Redick quitó a los titulares, que ya no volvieron. Para qué.
Doncic es capaz de llegar al descanso de un partido con 22 puntos, 4 rebotes y 6 asistencias y que, pese a sus números, su actuación está siendo mala. Es esa clase de jugador. Pero, efectivamente en un día para olvidar, acabó en 22+5+11. Con cinco pérdidas y, al menos, solo 27 minutos en pista. Redick decidió que si sus titulares querían descansar, que al menos lo suyo era que lo hicieran en el banquillo. Que, a veces, un simple esguince de tobillo hace que estas noches que empiezan mal acaben todavía peor. No hubo nada que destacar, absolutamente nada. Solo la constatación de que si la mejor versión de los Lakers, la corajuda, puede ganar a cualquiera mientras espera a ver qué pinta tiene la unión de Doncic, Reaves y LeBron, la mala, la de serie B, puede perder también contra cualquier rival. Y con ridículo incluido.
Los Hawks todavía están a tiempo de enderezarse. Tienen mimbres, el Este deja puertas abiertas que en el Oeste se cierran de un portazo en las narices. La energía de Dyson Daniels (10 puntos, 8 rebotes, 13 asistencias) dejó en evidencia la absoluta ausencia de ella de su rival. Onyeka Okongwu (12 puntos, 8 rebotes, 4 asistencias) y Mo Gueye (21+7+7), este último en un punto muy interesante de su todavía joven carrera, pusieron físico interior y defendieron con cabeza, sin problemas contra ese juego de bloqueos de Doncic que normalmente desmadeja a los rivales. Pero no era el día, ni en eso ni en nada. Risacher acabó con 19 puntos, Vit Krejci con 17, Keaton Wallace y Asa Nowell aprovecharon sus minutos… Un partido con mala pinta, en fin, acabó siendo un gustazo para unos Hawks que reúnen su primer conato de optimismo del curso. Uno que parecía propicio un poquito antes de jugar, en cambio, se convirtió en una pesadilla atrofiada, una trampa, para unos Lakers que mancharon el expediente de lo que estaba siendo una temporada brillante. Ahora toca Charlotte, mañana. Otro día a priori muy propicio… y veremos si, al menos, con un par de lecciones aprendidas.
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