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NBA | PLAYOFFS 2024

Los fantasmas de los Celtics

El equipo verde, amo y señor de la regular season, afronta los playoffs como máximo favorito, pero con las derrotas de los últimos años en el recuerdo. El anillo prometido, lo único que le falta a un fantástico proyecto.

Actualizado a
NEW YORK, NEW YORK - NOVEMBER 04: Jayson Tatum #0 of the Boston Celtics looks on during the second quarter of the game against the Brooklyn Nets at Barclays Center on November 04, 2023 in New York City. NOTE TO USER: User expressly acknowledges and agrees that, by downloading and or using this photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License Agreement.   Dustin Satloff/Getty Images/AFP (Photo by Dustin Satloff / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images via AFP)
DUSTIN SATLOFFAFP

Los Celtics tienen 78 años de historia. Fueron fundados en 1946, en los albores del baloncesto estadounidense, en esa prehistórica BAA de la que luego surgió la NBA. Referencia deportiva eterna del estado de Massachusetts, tienen 17 anillos en sus vitrinas, son un icono cultural en América y han movido masas, popularizando el deporte y convirtiéndolo en un fenómeno de masas en una competición que no ha dejado de crecer. Suya es la mayor dinastía de la historia, la de Bill Russell y Red Auerbach, con 11 campeonatos en 13 años, los duelos contra Wilt Chamberlain y contra los Lakers de Jerry West. Y también participaron, tiempo después, en la resurrección de la mejor Liga del mundo, con su asentamiento definitivo como franquicia a la que siempre seguir, en una década en la que la competición norteamericana llegaba de muchos estragos de la competencia con la ABA. Un subidón inequívoco motivado por el ascenso como comisionado de David Stern, la compra de los Lakers por parte de Jerry Buss y el nacimiento de la narrativa, esa que enfrentó a Magic Johnson y Larry Bird en una rivalidad para los anales.

Ahora, buscan el retorno a lo más alto: llevan 17 anillos, los mismos que sus archienemigos, que igualaron la cifra en 2020 y consiguieron el sexto desde el 2000, cinco con Kobe Bryant, que también revitalizó una rivalidad contra los Celtics en dos Finales más, las de 2008 y 2010, con una de cal y otra de arena. Fue el último anillo de la marea verde y el único desde 1986, con Bird de mesías. Una espera demasiado larga y una crisis pantagruélica para una entidad de semejantes dimensiones. Por el camino, la desintegración de la plantilla que dio el último campeonato (Kevion Garnett, Paul Pierce, Ray Allen, Rajon Rondo...) fue yéndose a otros lugares o a la clandestinidad de forma paulatina, lo que permitió a los Celtics acumular rondas del draft con las que dar forma a su nuevo proyecto. Uno que, por fin en 2024, es favorito sin aristas ni cuestiones al margen. Sin dudas y con mucho optimismo. Pero que, ahora, tiene que hacer algo que es una verdad como un templo, que antes o después todo el mundo en la NBA: ganar. Que no es fácil. Nunca lo es.

Los Celtics han ganado 64 partidos en regular season, su mayor dato desde que ganaron en 2008 (con 66) y dos más que un año después (62) cuando la lesión de Garnett impidió repetir. Mucho ha pasado desde entonces: nadie de esa plantilla queda en activo, Doc Rivers ha pasado de ser un entrenador respetado a uno vilipendiado por la opinión pública y Danni Ainge, que formó el actual equipo desde los despachos, tuvo que salir (ahora está en los Jazz) tras muchas temporadas de inmovilismo y siendo permanentemente candidato a realizar traspasos que luego nunca se daban. Brad Stevens, que se pasó ocho temporadas en los banquillos una vez acabada la era de Rivers, pasó a la directiva y fichó a Ime Udoka. Pero el escándalo surgido de la relación del técnico con una trabajadora motivó una salida que nunca fue muy bien explicada. Joe Mazzulla, entonces asistente, se hizo primero con el puesto de interino y ahora con el oficial. Y los Celtics son el mejor equipo de la NBA y tienen por delante su examen final, ese que siempre se les ha atragantado a pesar de haber estudiado hasta el último día.

Siempre pasa algo

Los Celtics acumulan 11 presencias consecutivas en la fase final, todas correspondientes a un proceso que ha pasado por varias etapas pero que ha tenido el común denominador de acumular una cantidad ingente de fantasmas de cara a la consecución del título. En todas esas participaciones ha habido: tres primeras rondas, unas semifinales de Conferencia, cuatro finales de Conferencia y unas Finales de la NBA. Siempre han competido, casi siempre han optado al título y lo han llegado a tener verdaderamente cerca en varias ocasiones, con Stephen Curry arrebatando la posibilidad de un título que acariciaban en 2022 y que la estrella, generacional, impidió con una exhibición en el último cuarto del cuarto partido, que habría supuesto un 3-1 prácticamente definitivo. Ahí es donde nadie pudo evitar la catástrofe y el bajón moral que supuso la exhibición del base hizo que los verdes no volvieron a ganar en esa serie, que perdieron 4-2 en el TD Garden, entre las lágrimas de Curry y una dinastía que cerraba de forma preciosa un círculo perfecto.

No ha sido la única vez que se han quedado cerca: en la primera parte del proyecto, fue LeBron James el que hizo naufragar los intentos de un equipo todavía joven, llamado a grandes cosas y cuyas derrotas entonces no invitaron ni mucho menos a una urgencia que tampoco existe ahora, aunque la sensación empieza a empujar de alguna forma: 4-1 en 2017, con Isaiah Thomas como héroe pero lesionado en esa serie. Y, ante los Cavs, volvieron a caer al año siguiente, en unos playoffs espectaculares sin Kyrie Irving ni Gordon Hayward, fuera de circulación. El 10-0 en el TD Garden se convirtió en 10-1 por obra y gracia del Rey, y los Cavaliers emergieron en el séptimo partido cuando perdían de 15 puntos en la primera mitad. LeBron, que se fue a 46 puntos, 11 rebotes y 9 asistencias en el sexto encuentro, logró 35+15+9 en el séptimo. Y fue su alargada sombra, la que acabó por martillear el último intento del equipo entrenado por Doc Rivers en 2012, la que impidió que un equipo que jugaba con Terry Rozier de base titular y Jayson Tatum (20 años entonces) y Jaylen Brown (21) como líderes obligados, que hasta entonces mostraron una madurez insólita para semejante precocidad.

Las cosas se fueron diluyendo después, con Kyrie causando estragos y manchando su reputación primero, su sonada salida y otras finales de Conferencia, en la burbuja que les impidió disfrutar de una ventaja de campo tradicionalmente clave en el Este después. Pero lo que ha demostrado este equipo es que sabe renacer de lo que muchos piensan que son sus cenizas también ha sido uno de los distintivos de estos Celtics, que pasaron de puntillas por el final de Stevens con una primera ronda que finiquitó una temporada para olvidar, certificaron que con Kemba Walker las cosas no iban a ir mejor y dieron carpetazo a unos años locos con la llegada de Udoka. Más allá de los vaivenes personales del técnico, los verdes dieron entonces un estupendo salto hacia delante. Y la impronta que dejó el técnico se ha quedado en la plantilla, que dirige ahora el que entonces era su subalterno en una línea continuista y ascendente al mismo tiempo.

Una oportunidad de oro

Los Celtics no sólo han ganado 64 partidos, también han sido el segundo mejor ataque de la NBA y la quinta mejor defensa. Han sido un martillo pilón que ha pegado palizas a diestro y siniestro, sin conceder nada a sus rivales. Y con unos movimientos en verano que por fin han sido los adecuados, Stevens mediante: Marcus Smart, un icono cultural en Boston, fue finalmente traspasado. Y, mientras tanto, los Bucks dejaban escapar a Jrue Holiday para fichar a Damian Lillard y de forma bastante incomprensible. El base llegó a Boston. Y se ha postulado como genial en su puesto, uno que siempre ha traído quebraderos de cabeza al actual proyecto. Jrue es ese tipo de jugador esencial para ganar el anillo, que más hace cuantas menos responsabilidades tiene, que nunca estorba y siempre aporta. Y su presencia ha permitido que el balón fluya mejor que nunca, sin que Jaylen se empeñe en llevar la batuta de la distribución (nunca ha sido su mayor virtud) y el movimiento y la circulación sean una de las mejores armas de este equipo.

Esto, unido a la llegada de Kristaps Porzingis, necesaria por la edad de Al Horford (37 años) y los constantes problemas físicos de un Robert Williams que ha acabado en los Blazers, ha terminado de conformar una plantilla con profundidad de banquillo y que ha evitado (esto siempre es importante) lesiones importantes. El letón se ha ido por encima de los 20 puntos por partido, Tatum ha llegado a 26,9 y no va a ganar el MVP porque en muchos partidos decididos ha descansado antes de tiempo, lo que le ha impedido engordar la estadística. Jaylen Brown ha llegado a 23, Derrick White a los 15 y Jrue a los 12,5. Eso, con Payton Pritchard consolidado en la segunda unidad (9,6 en los 82 partidos, sólo 5 como titular) y aportaciones esenciales de Al Horford, Sam Hauser o un Xavier Tillman que llegó en febrero y ha dado mucho aire al juego interior de los Celtics, especialmente en las ausencias de Porzingis, siempre bien regulado en minutos (menos de 30) y partidos (57, con alguna que otra molestia) por el cuerpo técnico del equipo.

Y más: los Celtics han sido el séptimo mejor equipo de la NBA en porcentaje de tiros de campo, el segundo en porcentaje de triples, el segundo en porcentaje de tiros de dos, el séptimo en porcentaje de tiros libres, el segundo en rebotes y en tapones, además del que menos balones pierde por partido y el segundo que menos faltas personales hace. Y, claro, el mejor net rating de la mejor Liga del mundo, demostrando además un dominio espectacular: han ganado 19 partidos con más de 20 puntos de diferencia, de los cuales seis han sido por encima de los 30, uno de 40 y tres superando los 50. El único problema que plantea esto, si es que alguien quiere tener dudas, es que han perdido 13 de los 35 partidos que se han resuelto en menos de 10 puntos. En los resueltos en 5 o menos, el récord disminuye hasta el 10-9. Algo que puede ser importante, ya veremos cuánto, en el momento de la verdad.

Y ahí será donde tengan que emerger los Celtics, que quieren poner el broche de oro a un proyecto fantástico con la consecución del anillo prometido. Eso, y acabar con los fantasmas del pasado, el más reciente el de las últimas finales de Conferencia, cuando remontaron un 3-0 a los Heat pero remaron para morir en la orilla, en el séptimo, en el que Tatum se lesionó del tobillo en la primera jugada y finalizó con 4 de 13 en tiros de campo, mientras que Jaylen hizo un 8 de 23. Les tembló el pulso y perecieron, pero volvieron a estar a un paso. Eso sí, ahora son maduros, el recuerdo de la derrota puede convertirse en fortaleza y tienen una plantilla perfecta para conquistar el campeonato si consiguen resolver las cosas y tirar hacia delante con el orgullo inherente a una franquicia eterna y las ganas de ganar que están demostrando. De Bill Russell a Larry Bird. De Larry Bird a Kevin Garnett. Y del anillo de 2008 a, ya veremos, si el de 2024. El premio final y el retorno a lo más alto. Es lo que quieren, buscan y desean estos Celtics. Y están en el mejor momento para ello. El suyo.

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