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NBA | CAVALIERS 116 - LAKERS 102

La fiebre de Davis rompe el buen ritmo de los Lakers

Davis sólo jugó ocho minutos después de su histórico partido ante los Wizards. Los Cavs, con un gran Mitchell, se aprovecharon para ganar.

Actualizado a
La fiebre de Davis rompe el buen ritmo de los Lakers

Se cayó la estructura como un castillo de naipes. Así podría resumirse lo ocurrido en el Rockets Mortgage Fieldhouse esta noche de martes con los antecedentes de Cavaliers y Lakers. Venían de rachas contrapuestas. Para un aspirante perder contra los Knicks, al menos los de esta campaña, es casi una deshonra y eso es lo que les había pasado a los de Cleveland en el último compromiso. Los Lakers, por su parte, llegaban ocho victorias de diez posibles y tres seguidas, una simbiosis cada vez más perfeccionada y los 55 puntazos de Anthony Davis ante Washington Wizards en una jornada de ensueño. Pues nada de eso valió. Se regresó a otro escenario, concretamente al del enfrentamiento de ida que estos dos tuvieron hace un mes en Los Ángeles. Debilidad angelina y manoseo de los hoy locales. Es, como dicen los modernos, un corte de rollo, puesto que la racha con la que llegaban los de Darvin Ham era de las que embiste a todo el que pilla por delante.

El partido terminó 116-102 y decidido con claridad. ¿Por qué? Porque Davis se bajó del mismo por obligación. El jugador se sintió mal durante el día, forzó para jugar pero se sintió, en palabras de su entrenador, “débil” y “deshidratado” en lo que eran síntomas claros de fiebre estacional (no de COVID). A.D. jugó ocho minutos y logró tres rebotes, dos asistencias y sólo un punto. Su baja durante el resto del partido sirvió para ver al mejor Thomas Bryant, que rozó el doble-doble con 19 puntos y 9 rebotes. Westbrook y Schröder anotaron 16 cada uno y LeBron James fue el mejor en su casa con 21+17. A los Cavaliers no sólo les ayudó tener fuera al rival más temido sino también a sus jugadores en el punto en el que les convenía, porque Allen (24+11) por dentro y Garland (21+11) por fuera ayudaron al lucimiento de Donovan Mitchell: 43+6+5+4, con 4/8 en tiros de tres, 13/19 en tiros de dos y un inmaculado 5/5 en los lanzamientos desde la personal.

Se volvió a ese otro partido entre Cavaliers y Lakers, el del Crypto Arena, en el fondo y la forma. Esos Lakers en los que los números se sumaban por arrastre y servían para no mucho, en los que ir a remolque significaba que sí o sí iba a llegar a derrota. En el caso de este encuentro fue como revivir el otro, que hace que el duelo de temporada entre estos dos caiga del lado de los Cavaliers. Los locales se despegaron un poco cuando se confirmó la baja de Davis para el resto de la velada, la hicieron algo positivo, pero mantuvieron un perfil bajo durante el tercer periodo hasta que llegó el momento de lanzar la ofensiva con todo el armamento. Es decir, que aceleraron cuando quisieron y eso les valió para completar el trayecto.

Que no haya confusión: éste sí es el partido que los Lakers podían hacer, no como el otro que mencionamos, simplemente no les dio la calidad sin Davis para poder ejercer el control necesario sobre el rival. Esos primeros minutos con el ala-pívot en cancha se notaron en el marcador, que empezó a jugar a favor de los Cavs. La entrada de Bryant, a pesar de comerse la finta de Allen -haciendo mucho daño cuando podía estirar los brazos hacia arriba- en la primera que tuvo, se notó para bien, y es que con él y la ristra de suplentes los californianos comenzaron a dar una buena versión. LeBron, que tendría una noche para mostrar toda versatilidad, se acogió bien al nuevo ritmo del partido y la tortilla fue cambiando de lado. Se produjo una situación reseñable y nada azarosa con Mitchell: el parcial que había devuelto a los Lakers al partido fue sin él, salió en el segundo cuarto para volver a colocar a los suyos por delante, con su buena lectura de juego y arrojo para las penetraciones Cleveland adquirió ventajas de entre cinco y diez puntos durante el tercer periodo y se marchó de nuevo a descansar con +4, momento que de nuevo aprovecharon sus oponentes para equilibrar el marcador. Aparecieron actores como Reaves o Westbrook y el entrenador J.B. Bickerstaff comprendió perfectamente que no podía dejar a Mitchell mucho más en el banco. A falta de nueve minutos Donovan volvió a la pista y ya fue para no dar ningún paso atrás. El escolta rompió la defensa de los Lakers por el centro, aprovechándose de los bloqueos y viendo el hueco exacto por donde hacer más pupa, llegando hasta el aro en varias ocasiones pero también clavando dos triples que fueron como clavos en ataúdes. Con ello la jornada tocó a su final.