NBA | PLAYOFFS 2024 | PACERS-CELTICS (0-4)
Barrida y Finales para los Celtics
Los Pacers, por tercera vez, firman otro mal final y son eliminados por unos Celtics que jugarán sus Finales número 23. Jaylen Brown, el MVP.
Boston Celtics, otra vez. La franquicia eterna, la verde, la del Garden. La que juega con las camisetas que llevaron Bill Russell, Larry Bird, John Havlicek... y Bill Walton, al que ayer lloró la NBA. Un equipo en el que la historia pesa, obliga: importa. Algo que entendió desde el primer día Brad Stevens, que llegó en 2013 como entrenador y es ahora presidente. Y que es el gran arquitecto de una búsqueda incesante: el anillo número 18, el desempate con los Lakers (que igualaron en 2020) en esa guerra eterna por ser los primeros, los que más, en la NBA. Para eso, para ganar las Finales, hay que jugarlas. Y Boston Celtics ya está ahí. Otra vez.
Como en 2022, hace dos años, cuando se quedaron a las puertas de la bandera 18 porque se les acabó la gasolina casi en la línea de meta, cuando ganaban 2-1 y mandaban en el último parcial del cuarto partido. Entonces llegó el cansancio, se elevó Stephen Curry y el sueño se quedó en suspenso, como en el séptimo partido de la última final del Este, contra los Heat. Pero los Celtics vuelven. Y vuelven. Y si no les abren la puerta, llaman otra vez. Y cambian (esta vez Jrue Holiday, Kristaps Porzingis...). Y repiten. Y vuelven. Acaban de ganar a Indiana Pacers (4-0) en la que era su sexta final del Este en ocho años. En su historia han jugado 39, más de la mitad (entre el formato Conferencias y el de Divisiones) de todas las que ha habido en el Este. Pero no basta. No en este equipo, en esos orgullosos verdes a los que sigue el aroma del puro de Red Auerbach.
Los Celtics están a cuatro victorias del título, que es lo importante, y han sorteado el Este sin despeinarse (12-2, un balance aplastante). No han echado de menos a Porzingis, que no ha jugado por lesión en las eliminatorias y cuya ausencia no ha pesado más porque el Este, es bien cierto, no ha sido precisamente un Conferencia poderosa, de las que rascan. Los Celtics (sin Porzingis), han jugado contra los Heat sin Jimmy Butler ni Terry Rozier, contra los Cavs sin Jarrett Allen ni (durante algunos partidos) Donovan Mitchell y contra los Pacers, un invitado sorpresa en la penúltima ronda que además se quedó en el segundo partido sin su estrella, Tyrese Haliburton.
¿Ha sido su camino a las Finales fácil? Sin duda. Como mínimo, más de lo habitual. De hecho, seguramente uno de los más sencillos de la historia (al menos reciente) de la NBA. ¿Importa eso? No. Los Celtics han ganado a los que tenían delante, ni más ni menos. Que es lo que tenían que hacer. Podría parecer legítimo que alguien tenga dudas de dónde y cómo están después de unas series que no han sido el colmo de la exigencia y unas últimas semanas de temporada regular en las que jugaron con los deberes hechos. Así que contra esa tentación, por ahora y a falta de las respuestas que vendrán según se vayan deshaciendo los nudos de las Finales, la mejor opción (navaja de Ockham) es recordar qué es este equipo. Así que vamos allá:
Los Celtics 2023-24 han tenido el mejor récord de la fase regular (64 victorias), han sacado 14 victorias al segundo de su Conferencia (el mejor dato en casi 50 años), han tenido la quinta mejor diferencia de puntos de siempre (+11,34), el mejor rating ofensivo que se haya visto (1,22 puntos por posesión) y la segunda mejor cifra total de triples (1.532). No han perdido más de dos partidos seguidos y han tenido más ventajas de 30 puntos (17) que desventajas de 10 (16). Y la mejor cifra en victorias por 25 o más (17).
Todo esto por si, entre tanto debate superfluo y tanto partido en el que la exigencia parecía claramente menor que la de las series de un Oeste carnívoro, a alguien se le ha olvidado cómo de buenos son estos Celtics y cómo de justo es que estén aquí, en la pelea por el título. Con el verde eterno, el aroma al puro de Red Auerbach y, desde ayer, el recuerdo del maravilloso Bill Walton apretado en el puño que vuelve a gobernar el Este.
El futuro debería ser brillante en Indiana
Los Pacers se quedan en el camino, más lejos de donde parecía que llegarían y con un balance excelente (final del In-Season Tournament, final de Conferencia) en la temporada que ha empezado a traer de vuelta a un equipo que suele ser sinónimo de seriedad competitiva pero que llevaba tres años sin playoffs y una década sin superar una sola ronda. En crecida, con una estrella joven como Tyrese Haliburton, la pole para renovar a Pascal Siakam y un lote cada vez más sólido de secundarios (Andrew Nembhard a la cabeza), el equipo de Rick Carlisle se va de vacaciones satisfecho y con esperanza. Y eso en el deporte es mucho, al menos hasta ver qué viene a continuación.
En el cuarto partido, el segundo sin el lesionado Haliburton, los Pacers volvieron a tener la victoria en su mano. Para nada. En el primero, perdieron (en la prórroga) cuando parecía imposible hacerlo. Ya en Indiana, y sin Haliburton (ni Bennedict Mathurin, claro), desperdiciaron ocho puntos de ventaja en los últimos dos minutos y medio del tercero (solo una canasta) y se pasaron sin anotar los últimos 3:30 del cuarto y a la postre definitivo, un tramito en el que recibieron un 0-7 que los dejó sin la victoria, al menos una, que seguramente merecieron. Sin duda, si se miran solo los 45 primeros minutos de los partidos.
Pero los partidos duran 48. Jaylen Brown (29 puntos, 6 rebotes, 3 robos), se aseguró el MVP de las Finales (tercer año que se entrega) con un tapón a Nembhard y la asistencia para el triple de Derrick White que rompió el último empate (102-105) a 45 segundos del final. Brown ha promediado en la serie 29,8 puntos, 5 rebotes y 2 robos. Jayson Tatum (esta vez 26 puntos, 13 rebotes, 8 asistencias) ha terminado en 30,3, 10,3 y 6,3 asistencias. Cada uno de los jays tiene ya (2022 y 2024, el de en medio fue para Jimmy Butler) su MVP de la final del Este. En unas semanas es muy probable que uno de los tenga el gordo, el de las Finales. Y ambos, su primer anillo. Al menos, en eso están.
El triple de White fue la primera (y definitiva) ventaja en la segunda parte de unos Celtics que perdían por ocho (98-90) en el ecuador del último cuarto y por cuatro (102-98) a 200 segundos del final. Pero remontaron, otra vez, cumplieron y se evitaron sustos: más partidos, más riesgo de lesiones, más cansancio. Lleva todo el año (este, y los anteriores) con un único y obvio objetivo entre ceja y ceja y ya lo tienen ahí, a una eliminatoria y con factor cancha. La gran oportunidad, otra vez.
Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todo el deporte en un solo espacio: la actualidad del día, la agenda con la última hora de los eventos deportivos más importantes, las imágenes más destacadas, la opinión de las mejores firmas de AS, reportajes, vídeos, y algo de humor de vez en cuando.