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MUNDIAL | ESPAÑA-CANADÁ

N’Dong: “Dicen que esta es la mejor Canadá de la historia”

Boniface N’Dong es ‘Player Development’ en el campeón de la NBA, los Nuggets, y uno los ayudantes de Jordi Fernández en la selección de Canadá, la rival ante la que España se juega su futuro en el Mundial este domingo. Atendió a AS en Yakarta. Habló de Denver, Canadá, Unicaja, Barça...

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Boni Ndong posa para AS junto al hotel de Canadá en el hotel Fairmont de Yakarta.

Con sus interminables 213 centímetros, Boniface Ndong (3-9-1977, M`Bour, Senegal) es un tipo que transmite bondad. Se encuentra con AS en el lobby del hotel Fairmont de Yakarta. Jordi Fernández quiso que se embarcase con él como ayudante en la nueva aventura de Canadá. Acaba de ganar el anillo de la NBA con Denver Nuggets como ‘Player Development’ y recuerda con cariño sus años en Unicaja y Barça. Aún mantiene casa en Málaga, de la que adora el asador Iñaki…

Había coincidido con Jordi Fernández en Denver. ¿Fue él quien le embarcó en esta aventura de Canadá?

Cuando asumió el cargo de seleccionador en Canadá, quiso que fuera con él. Cuando salí de Málaga, Ángel Cañete (ayudante de Unicaja y de Scariolo en la Selección) me dio los contactos de Jordi. Vivía en el mismo barrio que él en Denver y nos veíamos mucho. Iba a su casa… Fue mi primera referencia en Denver. Él es de Barcelona, donde yo había vivido. Había una historia común. El contacto fue fácil, nos hicimos amigos y la relación ha seguido… Fue una combinación de contactos, les gusté y me contrataron.

Qué vida la del jugador, técnico… De un lado hacia otro. De seleccionador de Senegal, a ayudante en Denver Nuggets y Canadá.

Sí. Tim Conally, que ahora está de presidente de operaciones en Minnesota, siempre piensa en algo fuera de lo común. Me dijo que estaba buscando un entrenador europeo. Han tenido jugadores como Juancho, Jamal Murray, Jokic… Jordi ya estaba ahí pero buscaba otro. Y mi nombre surgió por el hermano de Tim. Germán Gabriel (ex del Unicaja) es su amigo y me aconsejó. Le dijo que yo era perfecto para el perfil que buscaban los Nuggets. Yo conocía a Tim Conally desde hacía 15 años, cuando había ido a Senegal con Amadou Fall y Masai Ujiri. Eran los tres muy amigos… En fin, contactos lejanos que dieron conmigo en Denver…

¿Qué hace específicamente con los Nuggets?

Trabajo en lo que se llama player development. El cuerpo técnico de la NBA, como sabe, es más amplio en España. Hay muchos cargos: el entrenador jefe, el entrenador de ataque específico, de defensa, hay cinco de scout. Y luego estamos los player development. Como sabe, en la NBA no se entrena. Cuando llego a España me miran raro. Y yo les dio, pues sí. Se juega cada dos días y no se hace cinco contra cinco para que no se produzcan lesiones porque las cargas son enormes. Se trabaja específicamente con los jugadores. Tenemos un par de horas para trabajar con los jugadores, que hacen 20 minutos de gimnasio y 20 de pista. En la NBA somos nosotros quienes trabajamos con los jugadores a través del uno contra uno o con la ayuda de otros entrenadores. Luego se hace el vídeo, el walk-trough; y ya está. Así funciona la NBA.

O sea, sólo se entrena en pretemporada.

Sí, cinco días (risas). Es que el funcionamiento es distinto. Allí, por ejemplo, los jugadores en verano hacen gimnasio o juegan mucho. Pero lo que es entrenamiento de equipo, cinco días antes de empezar. Sin más.

¿Le ha tocado específicamente entrenar a Jokic?

No. Yo hago defensa con él cuando juega. Pero quien lo lleva es Ognjen Stankovic. Normalmente, cuando un entrenador empieza con alguien de rookie, se queda con él y lo sigue llevando. Ahora está cambiando un poco, pero en general cada técnico trabaja con tres o cuatro jugadores.

¿Sigue en Denver?

Sí, tengo dos años más de contrato.

¿Y cómo ha sido eso de ganar el primer anillo de la historia para la ciudad?

Increíble. Estando ahí, sabes que es muy difícil. Nunca piensas que tienes un equipo para ganar hasta que lo haces. Se tiene que dar todo, pero este año nos tocó y ha sido una experiencia increíble. Era la primera final de la franquicia. No sé si en España se vio lo que dijo Jokic durante la parade. Él quería irse a Serbia cuando terminamos la final, pero cuando vio la gente que había al ganar dijo: ‘Hostias, he cambiado de idea. Esto hay que celebrarlo”. Salieron cientos de miles de personas a celebrarlo. Recibes mensajes de todo el mundo y te das cuenta de lo que significa.

¿Y en Canadá qué hace específicamente, qué ha encontrado aquí?

La verdad es que ya estaba pensando en las vacaciones porque el año había sido muy largo, pero Jordi me pidió hacer un trabajo de scout; algo así como hacen los ayudantes de Sergio Scariolo con la Selección. Yo me encargo de preparar partidos como especialista en defensa. No podía decir que no a la oferta por el proyecto. Canadá lleva años poniendo a sus mejores jugadores juntos. Este año nos falta Jamal Murray. Con él ya sería la hostia. Para mí trabajar con Jordi es una gran oportunidad. Él me conoce como ayudante de jugadores, pero sabía lo que hacía en España y quería confiarme el trabajo.

“Jordi ha hecho entender a Canadá que esto no es la NBA”

Ndong

¿Cuál ha sido el mensaje de Jordi a los jugadores, cuál es el plan?

Primero, hacerles entender que esto no es la NBA. El ‘baloncesto FIBA’ no tiene nada que ver. Hay muchos jugadores de la NBA que, pensando que son los mejores del mundo, pueden venir y dictar cómo se debe jugar. Y no es así. El ‘baloncesto FIBA’ es distinto. Hay que adaptarse, entender cosas. Hemos pasado tiempo con los jugadores para que entiendan que puedan usar su fuerza física y su talento, pero hay que hacerlo en un registro diferente. En un amistoso contra Alemania nos pegaron a muerte porque los jugadores querían jugar uno contra uno, físicamente, y aquí no hay espacio para eso. Aquí en Europa siempre hay alguien esperándote en la pintura… Pero pienso que tenemos un equipo inteligente y con gente que quiere aprender y que ha abierto su mente al mensaje de Jordi. No está funcionando al cien por cien, tenemos margen de mejora. Pero hasta ahora todo va bien.

Da la sensación de que, hasta el partido de Brasil, estaban progresando mucho y muy rápido.

Sí. Sabemos que no hay tiempo, pero es verdad que los jugadores han entendido el mensaje. Y estamos intentando hacerles crecer porque no hemos tocado techo. Es difícil explicarle a gente que lleva jugando 20 años de la misma manera y que son los mejores pagados del mundo que tienen que cambiar, pero están viendo que si no juegan adaptados a la norma FIBA, te pueden competir.

¿Cuál es el objetivo de Canadá?

El objetivo principal es llegar a París. Y luego, soñar.

Lo de Shai Gilgeous-Alexander es espectacular. ¿De qué nivel de jugador estamos hablando?

Un nivel que no se puede comparar con otros jugadores europeos. Conozco muy bien a Alberto Díaz y hablé con él después del amistoso que jugamos en Granada. Y Alberto me dijo: “Hostia, qué velocidad, qué primer paso”. El nivel físico de los ‘jugadores NBA’ no se aprecia hasta que los ves contra jugadores europeos. Son de otro nivel. Y además, tiene talento. Shai es un jugador fenomenal. Por físico, por capacidad de baloncesto. Y también por personalidad. Es un tío simple, se lleva bien con todo el mundo. Una de las cosas que me ha sorprendido de Canadá es cómo se llevan de bien. Son una familia. Nunca vi en la NBA eso. Son algo más que un equipo y creo que esa es la clave de este equipo. Dicen que este es el mejor equipo de la historia. Como es mi primera vez, no lo seguía tanto. Y eso que falta Jamal Murray, que hizo la preparación en Toronto.

“Nunca vi en la NBA lo del vestuario de Canadá, es una familia”

Ndong

¿Qué pasó al final?

Tenía dudas. Mentalmente estaba cansado. Venía de una lesión grave, de una temporada dura… No estaba seguro. Quería probar y al final del mini-campus que teníamos allí en Toronto decidió no ir porque no estaba preparado mentalmente. Pienso que sus compañeros lo entendieron. Lleva años difíciles por la lesión, otra temporada que no estaba en forma. No está fino, fino aún. Y necesitaba descansar. Lo esperamos para los Juegos.

¿Cómo van a preparar el partido?

Ya preparé el partido de Granada. Conozco bien a Sergio de Málaga… Jugar contra España nunca es fácil y hay que prepararse para jugar contra el mejor equipo del mundo.

Vayamos al Boni Ndong que es jugador, al que estuvo en España. ¿Qué echa de menos?

Llevo tres años sin ir a Málaga… Lo echo mucho de menos. Mi país es Senegal, pero España es mi país favorito después del mío. Siempre digo que España es el mejor país del mundo. Por la gente, por la calidad de vida. La gente es sencilla, disfruta de la vida y los años que pasé allí, hasta once, me han dejado recuerdos excepcionales. Iré a vivir a España algún día, por supuesto. Por eso me quedé con mi casa. Disfruté mucho.

Usted llegó a Málaga procedente ya del baloncesto europeo, pero joven fue a Estados Unidos a intentarlo a la universidad. ¿Por qué no cuajó?

Por edad. Yo empecé a jugar al baloncesto un poco tarde. Estaba intentando ser futbolista… (risas) Era lateral derecho. ¡Era muy bueno! También jugaba a veces de portero porque no me gustaba y era aburrido. Empecé a jugar al baloncesto con 13 años, lo compatibilicé con el fútbol; y ya a los 16 años me centré en el basket. Llegué a mi nivel bueno un poco tarde. Fui a la universidad en Senegal y empecé a estudiar Filosofía; y cuando tuve el nivel para ir a Estados Unidos, tenía 21 años. Entonces, mis años de universidad en Estados Unidos no contaban; tenía que empezar de cero. Ese fue el primer freno. Tenía una beca para ir a Louisville y Clemson, pero cuando me dijeron que tenía que estudiar cuatro años más lo descarté.

¿Qué pasó entonces?

De los contactos que tenía, Amadou Fall me habló del entrenador de Nowitzki. Holger Geschwindner. Y entonces me dijeron que fuese a Alemania. Estuve entrenando con Nowitzki cuatro veranos seguidos. El año del lockout (1998), que es cuando lo habían drafteado, estuvimos tres meses trabajando. Holger me enseñó a jugar al baloncesto. Tenía físico, pero me faltaban fundamentos. Durante mucho tiempo, trabajé dos horas diarias con Holger para aprender más sobre el juego. Venía más gente. Recuerdo a Garrett, que estaba en Alemania…

¿Mantiene contacto con Nowitzki?

Sí. Con él y con Holger. Vienen cada año a África a los campus.

¿Y cómo llegó a Málaga?

Después de jugar en Francia y en los Clippers, me fui a Rusia a jugar en San Petesburgo. Yo no había jugado mucho en la NBA y llegué con hambre. Allí hice una temporada espectacular y Messina le habló sobre mí a Scariolo (risas). Entonces, se lesionó Santiago en Málaga. Dio la casualidad de que entonces estábamos jugando la primera ronda del playoff contra el CSKA, que nos ganó 3-0. Y cuando acaba el partido me dice Messina: “¡Mucha suerte en Málaga!”. Y yo me quedé diciendo: “¿De qué está hablando este tipo?”. Entonces entré al vestuario y cuando cogí el teléfono, tenía un mensaje de mi agente: “Mañana tienes que viajar a Málaga”. (risas). Me contrataron para los playoff y luego Sergio me contrató dos años más.

“Pude ir al Madrid; pero me fui al Barça porque fichó a Pete Mickeal”

Boni Ndong

Y luego va a Barcelona, donde estuvo en el último Barça que ha ganado una Euroliga. Sabe que ya no la han ganado más, ¿no?

Le voy a decir la verdad: yo decidí fichar por el Barça porque Pete Mickeal fichó ahí, ja ja. Tenía también la opción de ir al Madrid y al Khimki. Pero cuando vi el equipo que hacía el Barça con Ricky, con Pete, con Lorbek…, me dije: “hostia, nadie nos va a ganar”. Fue una razón deportiva y el resto es historia. Lo pasé espectacular aquellos tres años.

En el Barça compartió mucho tiempo de vestuario con Ricky, que no ha venido. ¿Tan importante es la salud mental en el deporte?

Lo es. A Ricky lo veo todo el año en la NBA, hablo con él mucho. Conozco a Ricky, sé de su amor por la bandera española y lo que ha hecho con la Selección. Pero, como le dije hace unos minutos, yo tenía que estar en Senegal ahora. Llevo diez u once meses y de cabeza estoy muerto. Sé llevarlo bien porque ya no juegas y no hay esos dolores de rodilla… Pero es duro. Y sobre Ricky: primero, hay que quererle y hay que respetarle porque nadie puede entrar en la cabeza de otra persona. La NBA es muy dura. Hay gente que sólo mira el resultado, pero no. A veces duermes cinco horas, aterrizas a las tres de la mañana, a las siete estás en la pista. Llegas a olvidar lo que es el cansancio, pero eso está ahí. Y cuando acumulas tantos años, las lesiones… Nunca hay que juzgar a las personas antes de hablar con ellos. Hay glamour y dinero, pero es un trabajo muy duro y no todo el mundo es igual mentalmente. Piense desde cuándo lleva jugando Ricky al baloncesto. Desde los 14 años. Y sabemos que no lo está haciendo por dinero, porque tiene para toda su vida. Si quiere parar, hay que respetarlo. Yo lo viví con Senegal.

“Sé del amor de Ricky por la bandera española; hay que quererle y respetarle”

Boni Ndong

¿Qué ocurrió?

Iba a jugar con la selección. El Afrobasket era en agosto. Terminaba la temporada, me concentraba la selección, y acababa de competir y volvías a tu club. No parabas. Cuando decidí que jugaría de manera alterna el Afrobasket, uno sí y otro no, me mataron en Senegal. Me llegó a llamar el primer ministro de Senegal a llamarme. Hay presiones. Y hay que respetar a los jugadores.

¿Hasta qué punto es importante para usted volver cada año a Senegal, a sus raíces, cuando pasa tanto tiempo fuera?

No sé si lo puedo decir en palabras suficientes. Es la cosa más importante de mi vida. Si me dijeran qué es lo último que quiero hacer en mi vida, sería ver a mi familia. Llevo 24 años fuera de mi país, veo poco a mi familia. Mi padre se ha ido, mi madre se ha ido… Y ese tiempo no lo puedes recuperar. Por eso es muy importante ver a mis hermanos y hermanas, a mis sobrinos. Para mí es importante mantener esa relación. Y si un día dejo este trabajo, quiero pasar más tiempo en Senegal. Por eso llevo tres años sin ir a España. Mi mujer quería ir pero le dije: me gusta España a muerte; pero si tengo un mes, prefiero mi familia. Echo mucho de menos Málaga; pero si tengo que elegir, elijo mi familia.

¿Le gustaría volver como primer entrenador a Europa?

Me hubiera gustado ser primer entrenador en Europa, pero lo que me frenó es la familia. Me gusta la estabilidad. Sé que la gente puede pensar que somos privilegiados, pero nuestros hijos sufren mucho cuando hay que cambiar de país, de idioma… Me hubiese gustado entrenar en España, pero me frenó no saber cuántos años te puedes quedar en un equipo. Y también tenía el sueño de llevar a mis hijos a una universidad americana. Y entendía que allí puedo cambiar de equipo, no de idioma. Tuve una oferta y dije que no. Si me surgiese otra, dependería del proyecto. Yo soy un ganador, me gusta jugar con equipos ganadores. Ha sido mi filosofía como jugador: estar en un sitio para ganar. Pero si surge una oportunidad, la estudiaría, sí.

Decía que estudió Filosofía. ¿Cuál es la suya de vida?

Le voy a decir la verdad: ¡No me gustaba la Filosofía! (risas). Hay que decirlo. En mi época no había muchas universidades. Entonces, a la hora de entrar, tú elegías tres opciones y dependía de tus notas. Yo puse Derecho, Sociología y Filosofía. Era mi tercera opción. Y no me gustó porque estudiamos filosofía francesa (risas) y no podía elegir. Yo quería estudiar escritores africanos. No me gustó nada. No estaba de acuerdo con las cosas que me decían, así que no me lo pasé bien. Derecho me hubiese gustado más.

Se sigue perdiendo mucho talento en África. ¿Siguen faltando instalaciones?

Sí. Sigue siendo el problema número uno. No hay infraestructuras y así es difícil desarrollar a los jugadores. Hay fuerza física y entrenadores que salieron al exterior a estudiar el juego. Pero luego, se sigue entrenando y jugando en pistas exteriores. Es como conducir un coche con el freno de mano.

Acabamos. ¿Dónde iría si tuviese la oportunidad de volver un día en un viaje exprés a Málaga o Barcelona?

¡Me gusta comer! En Málaga, le diría que al asador de Iñaki, que me encanta. Gente del Team USA me preguntó ahora cuando fueron al Torneo del Centenario y les mandé allí... Y en Barcelona: La Barca del Salamanca, la del Puerto Olímpico... Me cuidaban muy bien.