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LEB ORO

Nzosa, un paso adelante

El pívot congoleño (20 años y 2,10 m.) completó ante el IGC Força Lleida su mejor partido desde que aterrizó en el Movistar Estudiantes.

Yannick Nzosa, pívot del Movistar Estudiantes, lanza un tiro libre ante el Cantabria.
Nicholas P. Jones

El Movistar Estudiantes sacó una valiosa victoria este domingo. Por rival, el IGC Força Lleida (75-72). Por el estilo de partido, rocoso, poco dado a las alegrías y al buen juego. Por el desacierto ofensivo con solo 9 de 28 en triples para los colegiales, que llegaron al descanso con un paupérrimo 2 de 14. Y por cómo se decidió el duelo, con presión y nervios, un escenario que se le había atragantado a los madrileños en su debut en el Palacio contra el Oviedo en la segunda jornada liguera y en la prórroga frente al Valladolid hace apenas dos semanas.

Y por los protagonistas. Porque lo que inclinó de verdad la balance a favor de los ramireños fue el músculo defensivo, el de un incombustible e imprescindible (cada día más) Adams Sola y el de un Yannick Nzosa que completó su mejor encuentro desde que aterrizó este verano en el Magariños cedido por el Unicaja Málaga. “Sí”, contestó Pedro Rivero, entrenador del Estu, antes de que en rueda de prensa acabaran de preguntarle si había sido la mejor actuación del africano esta temporada.

No soy de destacar casi nunca a nadie, pero me apetece hacerlo hoy (por el domingo) a Yannick (Nzosa). Por la intensidad que nos ha dado. Por momentos, nos ha sujetado en el partido”, aseguró el entrenador segoviano, que fue fiel a una de sus máximas: si algo sale bien, no lo toques… hasta que el jugador no pueda más. Ese fue el caso con el joven pívot de la República Democrática del Congo (20 años y 2,10 m): salió, como es costumbre, con la segunda unidad para dar reemplazo a Kevin Larsen en el minuto 8. No se sentó hasta el 18.

Diez minutos en los que apiló los 8 puntos con los que cerró el duelo y 6 rebotes, 4 ofensivos. Al final, cerró con 8 y 5 capturas, respectivamente. Y 12 de valoración en 20:39 minutos sobre la cancha. Sus medias este curso son de 3,8 tantos y 3,7 rebotes para 4,8 de valoración en 14:33. Fue su mejor duelo en capturas y valoración. En el que más tiempo estuvo sobre la pista. Solo en el enfrentamiento contra el Cantabria había anotado más (12). Ante el Tizona Burgos llegó también a los 8. Pero en ambos, los rivales no opusieron una resistencia tan voraz como el Lleida. De ahí, una importancia que va más allá de lo puramente estadístico.

Yannick Nzsoa, pívot del Movistar Estudiantes, realiza un mate bajo la mirada de su compañero Carlos Suárez.
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Yannick Nzsoa, pívot del Movistar Estudiantes, realiza un mate bajo la mirada de su compañero Carlos Suárez.Nicholas P. Jones

Ha sido decisivo más allá de que pueda meter alguna canasta o algún roll que le echemos por encima. Hoy (por el domingo) ha cambiado la dinámica del partido porque con él en el campo hemos decidido que podíamos cambiar en todos los bloqueos: puede defender casi cualquier posición, sobre todo, tras bote. Y nos ha dado mucha seguridad”, continuó Rivero sobre el protagonismo de Nzosa nada más salir a pista: activo, productivo, peleón en cada rebote. Velocidad y capacidad de salto para machacar y taponar. Un mix que no se había podido ver completo hasta ahora en un proceso de adaptación a un equipo con objetivos ambiciosos y que no espera a nadie.

Un partido que puede servir de punto de inflexión para un pívot al que se le han puesto muchas y altas expectativas desde su debut con el Unicaja en septiembre de 2020. A veces, demasiado prematuras para un jugador tan joven, que recién empieza (como se dice) su carrera en el baloncesto. Desde el minuto uno, por cualidades y físico, se le colocó entre las primeras posiciones del draft a la NBA: finalmente fue seleccionado en el puesto 54 de segunda ronda en 2022 por Washington Wizards.

El salto a la élite, en una competición tan dura como la Liga Endesa, y las lesiones hicieron mella en él. La última, la más grave, una rotura del tendón completo de los isquiotibiales por la que tuvo que pasar por el quirófano en noviembre de 2022 tras disputar un solo partido con el Betis, donde estaba cedido por el Unciaja. Fueron solo cuatro minutos en cancha contra el Unicaja antes de tener que decir basta. Casi un año sin actividad profesional de la que le ha costado salir, pero de la que parece haber encontrado la luz al final del túnel: “Físicamente cada vez me encuentro mejor”, dijo en una entrevista con el medio oficial del club.

Uno de sus principales ángeles de la guardia es Carlos Suárez, con el que coincidió en el Unicaja. El canterano colegial, en su segunda etapa en el club, está pendiente de él cada vez que salen juntos a cancha (comparten quinteto en la segunda unidad). Le habla. Le anima. Le levanta. Lee a las mil maravillas sus movimientos. Le da de comer. Pinceladas que ayudan a un Nzosa que “entrena todos los días muy bien”. “Es un chico que aunque no le salgan las cosas bien, viene con mucha predisposición a entrenar y encima alegre”, concluye Rivero sobre un jugador que levanta el vuelo. Y este puede ser muy elevado.

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